Cuando todavía no nos hemos recuperado de la crueldad que emanaba de los acontecimientos ocurridos en Katyn (Andrej Wajda, 2009) llega a la gran pantalla otro episodio histórico tan desconocido como trágico: la masacre de Nanking que se saldó con el asesinato de  200.000 civiles y más de 20.000 violaciones.

Diciembre de 1937. China está en guerra con Japón. Tras la caída de Beijing y Shanghai, los japoneses llegan a las puertas de la capital, Nanking.  Después de semanas de bombardeos queda poca resistencia armada en la ciudad. Durante 6 semanas los soldados japoneses desencadenan una orgía de violencia sobre la población civil tan injustificada como salvaje. Estos acontecimientos los vivimos a través de varios personajes: Lu, un carismático general chino; Tang, un padre de familiar ayudante del representante nazi en la ciudad; Srta. Jiang, una joven profesora adalid de la zona de seguridad instalada en la ciudad y Kadokawa, un sensible soldado japonés que observa con estupefacción la brutalidad de sus mandos y de sus compañeros de armas.

Ciudad de vida o muerte, dirigida por Lu Chuan (un joven y prometedor director chino), asombra por la fuerza que destilan sus imágenes, por la perfecta descripción de los personajes a través de los cuales se desgrana esta intensa historia, pero convence por la veracidad que desprende cada fotograma que recuerda a grandes clásicos del cine (por cierto, Lu Chuan optó por rodarla en blanco y negro lo que resulta todo un acierto de cara al realismo).

La conclusión resulta  tremenda: pocas veces se vislumbra tan claramente el mal como ocurre en esta película donde el triunfo bélico japonés se tradujo en cosificar al enemigo y destrozarlo.  Más aún se llegó a la aberración en la violación sistemática de mujeres de todas las edades para satisfacer los instintos más animales de los soldados japoneses.

Ciudad de vida o muerte consiguió la Concha de Oro en el pasado Festival de San Sebastian pero, curiosamente, este filme de calidad no ha sido bien recibido en los dos países que vivieron esos acontecimientos: en Japón porque niegan que fuera así el comportamiento de sus soldados y, en la propia China, porque no aceptan el retrato humano que se realiza en el largometraje del soldado japonés.

Posiblemente nos encontremos ante una de las mejores películas que contemplaremos  este año pero, si acuden a verla, vayan preparados de antemano porque supone tal desfile de barbarie que las personas sensibles serán incapaces de soportarlo.

Para: Los que quieran ver una gran película. Los aficionados a la Historia