"Somos demasiado exigentes con las empresas exigiendo la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) como algo bueno en sí mismo. Hay que vendérselo por la vía de la mejora de la imagen, aunque sea menos loable". De esta manera presentaba el profesor del IESE, Joan Fontrodona, el "diálogo" del Fórum de las Culturas dedicado a la empresa del siglo XXI. Un "diálogo" de lujo que contará con lo más granado del empresariado español: César Alierta, Francisco González y Emilio Botín.

 

Este último para hablar de gobierno corporativo, que, tras la apertura del juicio oral y la denegación de recurso por parte del Tribunal Constitucional, tiene tanta autoridad como Wenceslao Casares para disertar sobre espíritu emprendedor. "Éramos unos pibes sin experiencia que les colocamos a los gallegos un banco que todavía no habíamos creado", señalaba el "emprendedor" al diario Clarín. ¿Emprendedor o especulador? Pues no se lo pierda porque el otro emprendedor invitado será Martín Varsavsky, ese tiburón financiero siempre dispuesto al pelotazo. Y aún hay más: Ana Patricia Botín, en su calidad de presidenta de la Fundación Empresa y Crecimiento acudirá al Fórum para hablar del "proceso de creación de empresas". En dos palabras: Im-presionante.

 

Pero regresemos a la ética. Fontodrona cree que la RSC no es una moda, sino que "ha venido para quedarse". Una opinión compartida por el director ejecutivo del ESADE en Madrid, Guillermo Cisneros: "El debate ya no es sobre la RSC, sino en el cómo hacer realidad". En opinión del profesor del IESE, las empresas aprenderán a valorar su compromiso con la sociedad desde los objetivos más inmediatos del marketing con causa. En este sentido, Fontodrona apunta a que las empresas están descubriendo que con la "base de la pirámide", es decir, con las capas menos favorecidas de la sociedad, las empresas no sólo deben de hacer caridad, sino negocio. Por eso, el Fórum acogerá también las experiencias de las ONG's fundadas con espíritu de gestión empresarial, como la Fundación ONCE o Teixidors.

 

"No se trata de gestionar la RSC, sino de gestionar con RSC", apunta Cisneros. En su opinión, esto se hace a base de mucho diálogo, para que la empresa salga de su autismo y su actividad sea sostenible. "A mi no me gustó el desencuentro de Davos y Porto Alegre. La solución no está en la distancia, sino en hablar con todos y encontrar soluciones y oportunidades", señala Joan Fontodrona.

 

En este sentido, el decano del Instituto de Empresa, Ángel Cabrera, señaló que la empresa no es parte del problema, sino de la solución: "Si queremos avanzar hacia la paz, la diversidad y el desarrollo sostenible, la empresa no es suficiente, sino necesaria". La propuesta parece obvia, aunque en el diálogo diseñado por el Fórum no se contempla la actuación política para corregir los desequilibrios e interactuar con la empresa. Cabrera explicó esta ausencia en la necesidad de dar un protagonismo a la realidad empresarial, aunque el director de los diálogos, Pedro Ralda, tomó nota de la sugerencia.

 

Parece evidente que la solución a los problemas derivados de la globalización deben de partir de la misma sociedad civil y que la empresa tiene un dinamismo que puede acelerar los cambios. Pero también es evidente que la tendencia de las grandes corporaciones no parece caminar en la línea de avanzar hacia mayores cotas de justicia social, sino, más bien, todo lo contrario. Máxime cuando estas compañías están sometidas a la dictadura de un sector financiero que resuelve desde los cómodos despachos el futuro de un sector productivo por el mero análisis de ratios.

 

El diálogo está diseñado sobre las relaciones de la empresa con los "titulares de interés", lo que los anglosajones y los horteras españoles llaman "accountability", o sea, la responsabilidad social, ética y medioambiental de las compañías. Sin embargo, la familia quedará ausente del diálogo, a pesar de que el IESE trabaja en el proyecto de "empresa familiarmente responsable", junto a la Fundación Más Familia. Todos los gobiernos tratan de impulsar la conciliación de la vida laboral y familiar, pero el Fórum parece ignorar al "primer titular de interés" en una especie de filosofía individualista en la que el hombre se encuentra sólo ante el mundo. Fontrodona explicó la ausencia en que "hubo que seleccionar temas". O sea, que la responsabilidad medioambiental es prioritaria sobre la familiar. Pero Cabrera prefiere obviar el asunto afirmando que "el asunto de la conciliación estará implícito en todo diálogo". Vale, aceptamos pulpo como animal de compañía.

 

Al margen de estas ausencias, los organizadores del "diálogo" olvidan el "espíritu de martirio" al que se refirió el fundador y director de la Asociación para el Estudio de la Doctrina Social (AEDOS), Fernando Fernández, en el aniversario de la fundación de la asociación. No se trata de maquillar el egoísmo de la empresa, sino de recuperar el espíritu de servicio. Encerrar a la ética en la lógica mercantil es prostituirla. Y no sólo es desnaturalizarla, sino que supone una importante merma de eficacia en los objetivos que todos deseamos. Pero Fernando Fernández no ha sido invitado a dialogar.

 

Luis Losada Pescador