- Como cuando estalló la II Guerra Mundial, como tras la guerra de Vietnam.
- Toca una nueva era de dirigentes cobardes: Obama y Clinton.
- Aunque también es verdad que Europa no apoya.
- E ideológicamente lo mismo. Con Obama, han muerto los ideales: somos lo que comemos.
- El hombre es un ser racional, no sólo un animal que vegeta y sobrevive, comiendo y bebiendo.
- Exactamente como los perritos.
Aprovechando la Asamblea General de Naciones Unidas,
Barack Obama (
en la imagen con Clinton), en su discurso de despedida ante la magna reunión -se dice por decir- ha aprovechado para hacer campaña electoral en Estados Unidos. O sea, para arremeter contra
Donald Trump. Hombre, no se va a la Asamblea del mundo mundial para lanzar dardos contra el adversario republicano.
Pero
lo más grave es la antropología Obama. Podríamos resumirlo así: somos lo que comemos. El malestar del mundo mundial, según Obama, se debe a las
desigualdades sociales. Oiga no, verá usted,
el hombre es un ser racional, no sólo un animal que vegeta y sobrevive, comiendo y bebiendo. Tiene ideales y, esperanza y es capaz de trascendencia porque es trascendente.
En paralelo, su sucesora,
Hillary Clinton, asegura que Estados Unidos se repliega sobre sí mismo: es la hora de la diplomacia.
Pero más grave es el
contenido de su discurso. La antropología de Obama da para lo que da. Vino a decir que somos los que comemos. Según él,
el malestar global en que vive el mundo se debe a las desigualdades sociales.
El hombre es un ser racional, no sólo un animal que vegeta y sobrevive, comiendo y bebiendo. Eso es lo que hacen los perritos.
Por otra parte,
la raíz del malestar, en términos materiales, no está en la desigualdad sino en la pobreza. De otra forma, si todos fuéramos igual de pobres tampoco sentiríamos mucho bienestar.
Y en el entretanto,
Hillary Clinton habla de que es la hora de la diplomacia para enfrentar el
terrorismo mundial. ¿En serio? No quiere
Clinton más cadáveres de soldados norteamericanos. Es decir, que Estados Unidos se encierra en sí mismo… una vez más, como en los inicios de la
II Guerra Mundial, como tras la guerra de Vietnam:
una forma de suicidio como otra cualquiera.
Ahora bien, es cierto que desde Europa, desde la cobardica Europa, no podemos dar lecciones en este encerramiento, que es también un suicidio, de Estados Unidos.
Toca una nueva era de dirigentes cobardones.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com