- El Kremlin baraja ampliar con "medidas adicionales" el bloqueo a las importaciones si los países occidentales imponen nuevas sanciones.
- La canciller alemana, Angela Merkel, se implica personalmente en el frente diplomático y viaja este sábado a Kiev. Es conciente de que Alemania se juega mucho.
- El Ejército ucraniano aspira a un alto el fuego, pero lo supedita a un control efectivo de sus fronteras. Pide que se deje trabajar a la OCSE.
- Kiev culpa a los separatistas prorrusos del ataque a un convoy de refugiados. El conflicto provoca ya decenas de muertos.
- Ante el recrudecimiento de la ofensiva ucraniana, los líderes independentistas avisan que la deserción o la traición serán castigadas con la muerte.
Por si los europeos tuvieran poco con el boicot ruso a sus importaciones, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, ha asegurado que el Gobierno ruso está preparando "medidas adicionales" con las que responder a una hipotética imposición de nuevas sanciones por parte de Occidente. Putin demuestra que sabe cómo poner a la economía europea contra las cuerdas, al menos en la opinión pública: es portada todos los días desde que decretó el boicot a las exportaciones de productos hortofrutícolas, y parece decidido a seguir echando mano de esa 'metralla'.
El origen de esta 'guerra comercial' está en las diferencias entre el Kremlin y la Unión Europea sobre el conflicto en el este de Ucrania. Si el Gobierno ruso habla, tampoco calla Bruselas, que ha vuelto a exigir hoy a Moscú que ponga fin de inmediato "a cualquier forma de hostilidades fronterizas". El portavoz de la Unión Europea Sébastien Brabant ha asegurado, tras la supuesta intromisión en territorio ucraniano de una columna de vehículos blindados rusos, que "cualquier acción militar, aunque sea bajo el pretexto humanitario, será considerada por la Unión como una violación flagrante del Derecho Internacional".
Pero si hay un interesado especial en activar el frente diplomático para detener el conflictoa, ese es Alemania. Consciente de lo que se juega en la región, Angela Merkel viajará este sábado a Kiev para reunirse con distintos dirigentes locales y abordar el conflicto del este del país, según ha confirmado el portavoz del Ministerio de Exteriores de Ucrania. Esta visita se va a producir después de que el presidente ucraniano, Petro Porosohenko, propusiera a la canciller el fin de semana pasado "discutir de forma sustancial las cuestiones de interés mutuo".
Mientras, el Gobierno de Kiev da pasos para ofrecer una salida pacífica al conflicto. El ministro de Exteriores de Ucrania, Pavlo Klimkin, ha confirmado hoy que el Ejército está dispuesto a abrir una tregua en el este país si se logra un control efectivo de las zonas fronterizas. Asimismo, Klimkin ha impuesto como condiciones "para promover un alto el fuego bilateral" que se garantice el trabajo de los observadores de la OSCE y se avance en la liberación de los secuestrados. Hay que tener en cuenta que el frente diplomático sigue abierto, después de que los dirigentes de Ucrania y Rusia, bajo el amparo de Alemania y Francia, se hayan mostrado dispuestos a continuar las sesiones de diálogo iniciadas el domingo.
No obstante, la batalla sigue librándose en el frente militar y, lo que es peor, cada vez con más muertos. El ejército ucraniano ha contabilizado ya un total de 15 cuerpos en el lugar donde fue bombardeado un convoy que transportaba refugiados en la región de Lugansk. "La búsqueda continúa a día de hoy", ha confirmado un portavoz militar. La autoría de los altercados no la reconoce nadie, tal y como viene siendo habitual. Kiev ha culpado a los separatistas de abrir fuego contra el convoy con misiles rusos Grad. Los rebeldes, claro, lo niegan.
Los insurgentes pro rusos, entre tanto, se organizan ante el recrudecimiento de las últimas ofensivas ucranianas. Debido una preocupación creciente por la relajación de la disciplina entre las filas rebeldes, los líderes han advertido a sus combatientes de que incluirán un código criminal y tribunales militares que podrán aplicar penas de muerte en casos de espionaje, subversión y deserción, así como actos de rebelión, sabotaje, asesinato o violación.
Los separatistas prorrusos temen que los excesos de algunos de sus hombres empañen su lucha política. Así, varios altos cargos han reiterado su rechazo al uso de la fuerza "no autorizada" contra la población civil. El nuevo líder rebelde en Donetsk, Alexander Zajarchenko, ha querido disipar dudas: "los combatientes han de saber que podrán serán castigados". Mientras, ambos bandos vuelven a abrir fuego en Lugansk.
Daniel Esparza
daniel@hispanidad.com