Sr. Director:
Dato curioso: Aunque se ha hablado tan mal, en algunos medios, sobre los sacerdotes, Juan Manuel Cotelo, el director de la exitosa película La última Cima, ha comprobado, preguntando en la calle, que ocho de cada diez españoles tienen una buena opinión sobre los sacerdotes.

 

Algo muy positivo: se ha usado el lenguaje de la verdad sobre la sexualidad para deplorar conductas repugnantes de un pequeño número de sacerdotes que, traicionado su vocación de amor oblativo al prójimo viviendo la castidad, ha hecho lo contrario, dejándose llevar de la ideología de la revolución sexual de los 60, que, lejos de liberar, ha esclavizado almas y destruido cuerpos.

Esas críticas contra sacerdotes indignos, yo creo que han servido para recordar, al mundo, la respetabilidad de la castidad. Sea cura o médico, profesor o padre, todo hombre de bien debe respetar al menor de obra y de palabra. Hay que exigirlo; también a  los gobiernos, que deben velar por el respeto a la intimidad de los niños y adolescentes en la escuela. ¿En dónde o cuándo se había visto, antes, talleres sobre sexo, y que se mande enseñar a los alumnos, sobre la masturbación y sobre sexo oral, sobre el aborto y la práctica homosexual?

¿Eso compete al Estado, o es propio de gobiernos moralmente degradados y dictatoriales? No daré mi voto a quienes impongan o promuevan una educación negativa que diga que todo es bueno o igual en materia sexual.

Josefa Morales de Santiago