Convertir a las cajas de ahorros en bancos, política animada desde el Banco de España y vendida como el acabóse de la modernidad, se está convirtiendo en un buen negocio para los cajeros reconvertidos en banqueros. La primera SIP vino de la fusión entre la Caja de Ahorros de Navarra, Cajacanarias y Cajaburgos, bajo el paraguas -con personalidad jurídica de sociedad anónima, naturalmente- de Banca cívica.
El presidente de Banca Cívica y director general de Cajanavarra, Enrique Goñi, lidera la operación. Ya ha abierto una mega sede en Madrid, en la Plaza de Colón, para su nueva criatura a lo que hay que añadir la sede en Washington (no, no es un pueblo de Cáceres sino la capital de los Estados Unidos) fundamental para el negocio de entidades que operan en Navarra, Burgos y las islas afortunadas.
Para que se hagan una idea de la megalomanía, Banca Cívica ha abierto sede en Washington, en el 1775 de la Avenida Pensilvania, a pocos minutos de la Casa Blanca, frente al Banco Mundial. 800 metros cuadrados que inaugurará la SAR la Infanta Cristina (por cierto, que sigue trabajando para La Caixa), vecina de Washington, y a donde se trasladarán los actuales 67 empleados de los que dispone en la capital norteamericana. Aún está pendiente de la licencia bancaria pero aseguran que en 2011 comenzarán a operar y que el personal aumentará de forma significativa. ¿Para qué?
La oficina de Banca Cívica será el centro de operaciones desde el que el grupo de cajas prevé replicar su modelo de negocio cívico en España, aunque adaptado al mercado americano. Así, se centrarán en grandes ONG, con las que ya tienen suscritos acuerdos de colaboración, y a través de las cuales pretenden realizar un trabajo activo de captación de clientes entre sus bases de voluntarios y benefactores, mediante el uso de la banca por Internet. La entidad cree que su modelo, que deja al cliente elegir el proyecto al que la entidad destina el 30% del beneficio que obtiene con sus operaciones, puede cuajar con éxito en EE. UU., un país con 1,7 millones de ONG y una gran tradición de voluntariado. Entre las ONG con las que Banca Cívica tiene acuerdos están World Vision, una ONG de ayuda humanitaria y proyectos de desarrollo, especializada en apadrinamiento de niños, con la que ya ha cooperado en Haití, o la local Marys Center surgida para dar servicio médico a colectivos sin seguro, sobre todo latinos, en la zona de Washington.
La inauguración de la sede americana servirá de marco para una serie de reuniones, que concitarán el sábado en Washington a los principales directivos y los miembros del futuro consejo de administración de Banca Cívica. Será la primera reunión preconstitucional del consejo del grupo, que oficialmente entra en actividad el 1 de julio. El consejo lo forman 13 personas, entre ellas los presidentes de las tres cajas, como miembros natos, y el presidente ejecutivo de Banca Cívica, Enrique Goñi. Por parte de Caja Navarra, además de Goñi, serán consejeros José Antonio Asiáin, Juan Odériz, Jaime Montalvo y Ricardo Martí Fluxá.
En paralelo, tendrá lugar también ese día una sesión de la comisión ejecutiva de Caja Navarra, de la que forman parte Miguel Sanz, Álvaro Miranda, el ex presidente de la Comunidad Foral, Juan Cruz Alli, José Mª Zarranz, José Luis Erro y Carmen Alonso, junto a los ya citados Asiáin y Martí Fluxá. Los actos en torno a la apertura de la nueva oficina comenzarán el jueves con un seminario titulado Un nuevo rol cívico para el sector financiero donde Banca Cívica dará a conocer su particular modelo de negocio ante responsables institucionales, de ONG y del mundo académico e institucional de Estados Unidos.
Pero el asunto no acaba ahí. Hasta ahora, según la información que ofrecía la CAN, el equipo directivo de la entidad navarra cobraba 2,77 millones de euros. De esta cantidad, según fuentes de la propia entidad, 1 millón de euros correspondía a su primer ejecutivo, el director general, Enrique Goñi.
Pues bien, ahora uniendo sus cargos de máximo rector de Cajanavarra y presidente de Banca Cívica, Goñi se prepara para cobrar -si lo ratifica el Consejo- más de 2 millones de euros y su segundo, el actual director del área financiera y de Inversión y Gestión de patrimonios, se hará con 1 millón de euros de salario. Por decirlo de otra forma, Enrique Goñi, al frente de una fusión de tres pequeñas cajas de ahorros, cobraría más que Isidro Fainé, presidente de la precitada Caixa, la segunda entidad de ahorros de España tras Caja Madrid-Bancaja y cía.
Pero la cosa no acaba ahí. El chollo para los cajeros reconvertidos en banqueros es que, al pasar a gestionar una sociedad anónima pueden acceder a la maravilla de las stock options, qué anglicismo tan maravilloso, pardiez. De hecho, Goñi ya ha planteado que el 10% del capital de la nueva entidad se repartan entre sus directivos. Sí, han escuchado bien: el 10%. Habrá que esperar que no se lo concedan. No olvidemos que los norteamericanos de J. Flowers han invertido 500 millones de euros en Banca Cívica y se supone se quedará con un 20%.
Así que ya lo saben: la conversión de cajas en bancos es modernidad -en este caso, modernidad internacional y multicultural- consiste en subirse los emolumentos de los directivos, y Banca Cívica no tiene por qué ser una excepción en el proceso. Personalmente, albergo la sospecha de que, muchas de estas conversiones en sociedades anónimas constituyen una huída hacia delante. Por cierto, ¿por qué se prejubiló tan anticipadamente, el interventor general de la CAN, Francisco Javier Tellechea?
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com