Sr. Director:

Resulta irónico oír que vivimos en la Sociedad de la Información, cuando la semana pasada E. Markham Bench, director ejecutivo del Comité Mundial de Libertad de Prensa (WPFC) afirmaba que no recuerdo algo parecido en España desde los órganos censores franquistas.

Nunca se me pasaría por la cabeza la posibilidad de intentar cerrar el segundo medio de comunicación radiofónico por la simple razón de no comulgar con la ideas de un gobierno. Muchos son los oyentes de diversas ideologías que escuchan la cadena COPE. Otros muchos, entre los que también me encuentro, escuchamos medios tanto afines como no afines con el gobierno legítimo. Y, ahí está la grandeza de la democracia, la posibilidad de poder expresar ideas, por discrepantes que en algunos casos sean.

Convivimos con personas que aún cuando piensan de distinta manera, respetan al contrario haciéndolo compañero-colaborador para crear una sociedad mejor y más justa. Ahora bien, resulta absolutamente evidente que una nueva generación de políticos que no estaban aún preparados para gobernar, surgieron legítimamente, y de forma inesperada, después del mayor atentado terrorista de nuestra historia.

En Marzo de 2004 se produce un punto de inflexión en el cual la Sociedad de la Información queda supeditada al poder político. Por primera vez en la historia de Occidente es posible cambiar un gobierno aprovechando una nunca aclarada masacre y los medios de comunicación afines. A partir de este momento todo vale: desde conceder licencias televisivas como abono de los servicios prestados, hasta crear Comités Audiovisuales para cerrar a aquellos medios de comunicación que no difundan los mensajes gubernamentales.

Hace unas semanas el Comité Audiovisual Catalán emitió el primer informe desfavorable para la cadena COPE, el cual probablemente podría suponer el cierre de la emisora en esta Comunidad Autónoma española. Pero, la cosa no acaba ahí, a principios de 2006, el Gobierno Zapatero prevé crear para toda España El Consejo Estatal de los Medios de Comunicación con facultades com posibilidad de cerrar un medio de comunicación, obligatoriedad de difusión de los mensajes gubernamentales (antiguo NO-DO), etc. En definitiva una ley creada para eliminar toda oposición informativa.

Quisiera creer que esta nueva hornada de políticos con escasa formación y, tintes dudosamente democráticos a pesar del talante, son una excepción. Por tanto, todavía tengo la esperanza de que sean sus mismos compañeros de partido los que reconduzcan este equivocado camino de censura y decadencia democrática. Es por ello por lo que tengo que manifestar mi apoyo a la cadena mencionada, al igual que también lo haría a cualquier otro medio de comunicación que fuese censurado.

José Bernabé Bernabeu

jmbernabe@terra.es