Ahí lo tienen: la combinación de soberbia y fanatismo es lo que comúnmente conocemos como fatalismo: sus crímenes eran una bestialidad, sí, él mismo lo reconoce, pero resultaban "necesarios", vamos imprescindibles. No se engañen: Anders no es un chiflado, es el europeo medio de hoy que ha abandonado sus raíces cristianas aunque hable en nombre de la civilización cristiana (Hitler también lo hacía) considera que Dios sólo es padre de los hombres de una raza, por supuesto superior, o de una ideología. Breivik no es un fundamentalista cristiano: es un fundamentalista cristófobo, tan cristófobo como Ben Laden.
Por de pronto, la TV pública española y El País ya han decidido abandonar lo de 'fundamentalista cristiano' para calificarlo como "ultraderechista". No ganamos mucho, porque el siguiente paso consiste en equiparar a los ultraderechistas con los católicos. De hecho, por ahí deambula el término "ultracatólico", tan querido últimamente por la RTVE y PRISA.
En cualquier caso, ¿cristiano un masón? ¡Qué raro!
Eulogio López
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