El martes el consejo del banco italiano BNL decidirá si aconseja o no a sus accionistas que acepten la OPA por canje de acciones ofertada por el banco español BBVA.
Podría decirse que toda la clase política y económica europea está a favor del BBVA y contra la postura obstruccionista de Antonio Fazio, gobernador del Banco de Italia, que pasa por ser el ya casi único defensor de la italianidad de la BNL.
En esta tesitura, el gobernador del Banco de España, Jaime Caruana, que en teoría no puede pronunciarse sobre el caso y en la práctica ha dejado claro y explícito su apoyo a la OPA, aprovechó una intervención publica para marca la doctrina del Banco de España. Son tan sólo cuatro párrafos que conviene guardar para el futuro. Ahí va:
Los cambios estructurales en el sector financiero, como la consolidación, deberían ser, en mi opinión, fenómenos impulsados por el mercado que respondan a necesidades del mismo, como son las economías de escala, las sinergias tecnológicas, los beneficios de la diversificación, la obtención de acceso a bases más amplias de clientes, etc.
Esto es particularmente relevante en el contexto de la Unión Europea, en la que aspiramos a un auténtico mercado único. En este sentido, yo apoyo todos los pasos que está dando la Comisión para eliminar las barreras internas y las restricciones, aun existentes, para la consecución de este objetivo.
Hasta ahí, el apoyo es perfecto. Sólo hay un problema: ¿qué ocurriría si cualquier banco extranjero, especialmente europeo se atuviera al único argumento del mercado y lanzara una OPA sobre uno de los dos grandes bancos españoles, sea el SCH o el BBVA? ¿Qué haría el Banco de España y qué haría el Gobierno español, ahora concernido por la doctrina promulgada por Caruana? España ha lanzado el órdago liberal, y ahora debe jugar con esas cartas. A algunos, esa actitud les produce vértigo.