Sr. Director:

Tal como se están desarrollando las cosas es muy lógico que FERE nombre miembro de honor en su IX Congreso a Zapatero y a la ministra de Educación, Mercedes Cabrera. Tan lógico como penoso.

Pero lo peor de la posición de FERE, y demás titulares de centros católicos que colaboran con la imposición de la EpC bajo el argumento de que están facultados (?) por el Gobierno para adaptar los contenidos de la asignatura al ideario católico de sus centros, no es que se hayan plegado ante el Poder sin presentar apenas batalla y al primer asalto, sino que parecen no haberse dado cuenta de la dimensión del problema que plantea la EpC, participando en extender la idea de que objetar a ella en sus centros resulta improcedente.

Un ejemplo, que resulta muy gráfico para explicar la grave incoherencia de esta posición, es el siguiente: imaginemos que un Gobierno decidiese el reparto obligatorio en los colegios de una papilla escolar que contuviese componentes nocivos para la salud infantil, y determinados centros, aunque reconociesen la peligrosidad del producto, no se opusiesen a su reparto alegando que disponían de venia gubernamental para desactivar los elementos más perjudiciales de la papilla; desentendiéndose de lo que sucediera con los alumnos de los demás centros. ¿Qué opinión merecería tal actitud? Si además añadimos que, como sucede en Andalucía, no todos los padres pueden matricular a sus hijos en los centros escolares de su elección, los argumentos de FERE y de quienes siguen su acomodaticio criterio quedan absolutamente chafados, por resultar doblemente insolidarios.

Miguel Ángel Loma Pérez

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