• Y es que el dinero es como la fealdad: no la puedes ocultar.
  • Y es que también, porque la humanidad vive en estado de canguelo y temblor permanentes.
  • Los Kirchner iniciaron el proceso de vuelta a casa. Quizás por ello se trata de un movimiento sospechoso.
Me lo dicen amigos bancarios: la gente vuelve a solicitar cajas de seguridad para guardar su dinero. Me lo dicen amigos brokers: el dinero está volviendo al calcetín, lo más indeseable para su trabajo. Razón noble de este abandono del sistema financiero: si te dan un tipo cero de interés o debes estar pendiente de unas bolsas chifladas, que sólo te proporcionan sustos, lo mejor es la liquidez absoluta y, a ser posible, en tu casa. Así, al menos, no ganas pero tampoco pierdes. Razón menos noble del dinero al calcetín: razones fiscales, pero esto no tiene mucho sentido: si no hay ganancia de capital no hay impuestos que pagar. Todo lo contrario, hay minusvalía. Razón totalmente innoble: no se trata de dinero gris-fiscal, sino de dinero negro, ganado con malas artes y a costa de alguien, por lo general del público. Los Kirchner marcan el camino. Si quieres tener tu dinero a salvo de los bancos y del conjunto del sistema. Por ello, algo que suele pasar en ese país llamado Argentina mezcla de sinceridad, brillantez y golfería, pillaron a un colaborador de los Kirchner tirando bolsas llenas de billetes por encima de una tapia. Actitud que despertó las sospechas de un inteligente que pasaba por allí. Porque claro, el problema es que la administración de los Kirchner había robado tanto que no sabían dónde meterlo. Por más que el blanqueo de dinero no es otra cosa que la conversión de dinero líquido en activos, lo cierto es que cualquier activo deja rastro. Dicho de otra forma: el dinero es como la fealdad, no lo puedes ocultar. En cualquier caso, los pudientes se convierten en antisistema si el dinero del sistema financiero lo meten en el calcetín y pagan en metálico todo lo que puedan. Es la perfecta descripción de una humanidad que vive en estado de canguelo permanente, con miedo al futuro, al presente y hasta investigar demasiado el pasado. Es decir, con miedo al miedo. Una humanidad que ha perdido su esperanza -en Cristo, en quién si no- y con ello ha perdido, no sólo la confianza en Dios sino también la confianza en sí misma. Eulogio López eulogio@hispanidad.com