El presidente francés, Emmanuel Macron, quiere acelerar en política verde, lo que incluye la energía nuclear, por supuesto. Ahora el Parlamento galo ha aprobado una ley que reduce los trámites (procedimientos administrativos y documentos pertinentes) para construir seis nuevos reactores.

Es más, el país vecino también ha derogado el plan energético que limitaba la nuclear de las centrales actuales, reduciendo su aportación del 70% al 50% del suministro eléctrico para 2025. Recuerden que esto era un plan del predecesor de Macron, el socialista François Hollande, aunque algo absurdo porque el Acuerdo de París que se firmó en noviembre de 2016, en el marco de la Cumbre del Clima número 21, es neutro desde un punto de vista tecnológico y no pondría restricciones o limitaciones a que los países puedan utilizar en su mix las tecnologías que consideren adecuadas.

Esto sucede en un contexto de renacimiento de la energía nuclear en casi todo el mundo, excepto en países como Alemania o España (debido a la obsesión antinuclear de Teresa Ribera, que se niega a dar marcha atrás al calendario de cierres y a prorrogar la vida útil de los reactores, pese a que producen el 20% de la electricidad y sin emitir CO2). La vicepresidenta ecológica española y su jefe, Pedro Sánchez, prefieren apostar por las renovables y por la ruina del hidrógeno verde, mientras Macron impulsa la nuclear, y por ende, defiende también el hidrógeno rosa (el que se produce con nuclear).

La citada ley que ha aprobado el Parlamento francés para acelerar la construcción de  nuevas centrales llega después de que la alianza nuclear europea -liderada por Francia- se reuniera con la comisaria europea de Energía, Kadri Simson. Esta alianza está integrada por 16 países: Bélgica, Bulgaria, Croacia, República Checa, Estonia, Finlandia, Francia, Hungría, Países Bajos, Polonia, Rumanía, Eslovenia, Eslovaquia, Suecia, Reino Unido como invitado e Italia como observador (por ahora, pues la Cámara de Diputados ha aprobado recientemente un documento que reabre el debate nuclear y puede llevar al país a entrar en dicha alianza). Todos estos países han pedido que la Unión Europea apoye todas las fuentes de energía bajas en carbono y libres de fósiles, incluida la nuclear, como ha referido Nucleareurope, la asociación comercial con sede en Bruselas para la industria de la energía nuclear en Europa. Su director general, Yves Desbazeille, acudió a la reunión con Simson y destacó que la cita “muestra que un número cada vez mayor de Estados miembros reconoce que si queremos descarbonizar nuestra economía de una manera sostenible y asequible, la UE debe apoyar el desarrollo tanto de la energía nuclear como de las energías renovables”.

“Se ha perdido demasiado tiempo comparando una tecnología con otra”, ha señalado Desbazeille. “Se espera que la demanda de electricidad baja en carbono aumente enormemente en los próximos años. Por lo tanto, la UE ahora necesita avanzar con políticas pragmáticas y tecnológicamente neutrales que se centren en lograr nuestros objetivos: descarbonización, seguridad del suministro y asequibilidad”, ha añadido. Objetivos que coinciden con los del famoso trilema de la energía que tanto mencionan últimamente los directivos de las compañías del sector (Antonio Brufau, Josu Jon Imaz, José Bogas y Francisco Reynés, entre otros).

Paralelamente, Ribera ha participado este jueves en la reunión de ministros de Energía de países europeos del Mediterráneo (Med9), que se ha celebrado en La Valeta (Malta). En el Twitter de su Departamento se podría leer como destacaban que la primera mesa debatía las claves de la aceleración de las renovables en la UE. Deberían tener en cuenta que las renovables necesitan respaldo y que su mejor complemento es la nuclear, como sostienen muchos expertos, pero si no hay nuclear, el respaldo vendrá del gas natural, que sí emite CO2