Hace unos días, se presentó oficialmente el H2Med, el nuevo corredor marítimo de energía verde que unirá Barcelona y Marsella, y ya no se llamará BarMar. Tristemente, se volvió a constatar que Emmanuel Macron se burla de Pedro Sánchez y este último engaña a los españoles. Sánchez, campeón del narcisismo, aspira a que nuestro país sea un gran exportador de hidrógeno verde, mientras que el francés es mucho más listo y apuesta por el hidrógeno rosa.

No se pierdan en los colores y empecemos por el principio. El hidrógeno se encuentra en abundancia en la naturaleza asociado al oxígeno (por ejemplo, en el agua) y en menor medida, al carbono (por ejemplo, en el metano), y por eso puede ser “el arma decisiva en la lucha contra el cambio climático”, según refería Thierry Leperq en su libro Hidrógeno: el nuevo petróleo. Pero para ello se necesita producir en gran cantidad y eso requiere una gran cantidad de energía, y en función de su origen se le denomina con un color: el negro, el marrón y el gris proceden de combustibles fósiles; el gris se produce a partir de gas natural mediante la técnica del reformado por vapor; el azul genera emisiones de CO2 que se capturan para ser almacenadas o reutilizadas (por ejemplo en la fabricación de ecocombustibles); el verde utiliza energía eólica o fotovoltaica para el proceso de electrólisis (separar el hidrógeno del oxigeno a partir de agua); y el rosa realiza dicha electrólisis con energía nuclear, que es mucho más estable, garantiza el suministro y no depende de factores meteorológicos como las renovables.

España ha renunciado a que el nuevo corredor entre Barcelona y Marsella transporte gas natural en un principio y después hidrógeno verde, pese a que tiene una gran capacidad regasificadora y de almacenamiento de gas natural licuado (GNL) y también diversidad de proveedores

España ha renunciado a que el nuevo corredor entre Barcelona y Marsella transporte gas natural en un principio y después hidrógeno verde, pese a que tiene una gran capacidad regasificadora y de almacenamiento de gas natural licuado (GNL) y también diversidad de proveedores. Sánchez ha referido que “será capaz de transportar el 10% del consumo de hidrógeno de la UE para 2030”, lo que supondrá unos 2 millones de toneladas al año. Estas cifras contribuyen a demostrar que el H2Med no resolverá la seguridad de suministro ni a corto ni a medio plazo y encima saldrá más caro que ampliar las plantas de GNL francesas.

No sólo Sánchez engaña a los españoles, también la vicepresidenta ecológica, Teresa Ribera, quien insiste en cerrar las nucleares y convertir España en un hub de hidrógeno verde pero eso es imposible. Y es que para producir los 4 gigavatios (GW) de hidrógeno verde previstos para 2030 en nuestro país se necesitan tres veces más veces más de renovables (12 GW) y si es de fotovoltaica ocuparía el 5% del suelo español. Eso sí, al igual que a Sánchez, le encanta hablar de que España será “un país exportador de energía” gracias al hidrógeno verde... pero las cuentas no salen.

Esto recuerda al cuento de la lechera, que ya saben cómo acabó. Y mientras Macron aprovecha no sólo para burlarse, sino para llevarse la victoria, como en el tema ferroviario: apuesta por producir hidrógeno rosa, es decir, a base de la energía nuclear, que hasta hace unos meses aportaba el 70% de la electricidad francesa y que aunque ha tenido algunos problemas de materiales, los van solucionando y tienen planes para construir nuevas centrales. 

En paralelo, la Comisión Europea estudia que el hidrógeno gris sea considerado renovable hasta 2027, meses después de que incluyera tanto el gas natural como la nuclear en la taxonomía verde europea. Por su parte, Alemania promoverá el hidrógeno azul por primera vez, como recoge la actualización de su estrategia nacional de hidrógeno; y Portugal ha puesto fin a las evaluaciones ambientales obligatorias para proyectos de hidrógeno verde y fotovoltaicos que ocupen menos de 100 hectáreas. Además, no hay que olvidar que el hidrógeno puede ser útil (en especial para grandes procesos que necesitan mucha energía, como los que se realizan en acerías, refinerías y cementeras), pero es una molécula inestable: por eso hay que tener cuidado en su uso particular -si se acompaña de otra energía mucho mejor- y tiene un difícil transporte (lo mejor es producirlo y consumirlo in situ). Y encima el H2Med es submarino y aunque será financiado al 50% por fondos europeos, el resto correrá a cargo de España, Portugal y Francia, y como a Sánchez le gusta tanto eso de ser líder verde, los españoles seguro que tenemos que poner más que el resto...