• Al BCE le han empezado a entrar las prisas.
  • Y el Gobierno apuesta por la absorción de la entidad.
  • Mientras, el FMI llama a fusiones.
  • En la city madrileña todavía se hacen cruces por el informe del BBVA, tan insólito como inoportuno.
  • De momento, Saracho ha reducido las ventas a dos: Wizink y EEUU.
  • Y ha delegado en Sánchez-Asiaín y en Miguel Escrig la decisión final sobre el agujero de la entidad.
El ruido en torno al Banco Popular es ensordecedor y al Banco Central Europeo le han empezando a entrar las prisas. El año de gracia que le concedió a Emilio Saracho (en la imagen) nada más llegar a la Presidencia sigue en vigor pero de aquella manera. En otras palabras, están presionando para que Saracho venda el banco y lo haga pronto. Ahora bien, el BCE no presiona porque sí. Lo hace porque el Gobierno Rajoy, concretamente el ministro Luis de Guindos, vería con muy buenos ojos que el Popular fuera absorbido, por ejemplo, por el Santander. Guindos no quiere tener más problemas con entidades financieras. El saneamiento del sector se da por concluido, al menos en el plano teórico. Es decir, no habrá más dinero público para rescatar a los bancos en dificultades. Mientras tanto, el FMI llama a más fusiones en España. El organismo que preside Christine Lagarde, en su Informe sobre Estabilidad Financiera Global, señala que los bancos son los responsables de generar beneficios sostenibles "solucionando los problemas de sus modelos de negocio a través de la consolidación, la racionalización de sucursales y la inversión tecnológica para ganar eficiencia a mediano plazo". A todo esto, en la city madrileña todavía se hacen cruces por el informe del BBVA que rebaja el precio del Popular en caso de lanzar una ampliación de capital. De nada sirve que el trabajo de los analistas haya sido impecable. El sentir del sector es unánime: el informe es tan insólito como inoportuno. No es de recibo atizar de esa manera a un 'compañero' en un momento tan delicado. En este contexto, Saracho ha decidido reducir las ventas a dos: Wizink, un negocio con muchos pretendientes, y la filial de Estados Unidos. El resto de activos puede esperar… aunque solo de momento. En cualquier caso, el presidente ha delegado en Ignacio Sánchez-Asiaín y en Miguel Escrig la decisión final sobre el agujero de la entidad. El consejero delegado y el director general adjunto al presidente serán los responsables de elaborar el tercer diagnóstico que verá la luz en las próximas semanas. Pablo Ferrer pablo@hispanidad.com