• Y busca el apoyo del CEC para su campaña… con no escasos resultados.
  • Le está devolviendo el favor de haber salvado a PRISA.
  • Pero Rajoy lo tiene claro: primero yo, luego nadie, luego Feijóo… que no Soraya.
  • Y por cierto, el presidente no piensa cambiar: seguirá vendiendo su éxito económico.
  • El gallego ni contempla la hipótesis de perder las próximas elecciones.
  • Eso sí, la noche del domingo sufrió una depresión en toda regla.
  • ¿Quién nominó a Moreno Bonilla? Unos dicen que Arenas, otros que Soraya. Lo que está claro es que la única que se opuso fue Cospedal, ahora en alza.

Los resultados de las elecciones andaluzas sumieron a la sede de Génova en sombras de penumbra y atmósfera de depresión. La noche triste ningún peso pesado quería bajar a dar la cara. Al final, enviaron a Pablo Casado, político con acné, y el pobre hizo lo que pudo, sólo un punto por encima del ridículo.

Sí, el propio Rajoy estaba deprimido. Todos preguntaban de quién era hijo putativo el tal Juan Manuel Moreno Bonilla, el que tiene nombre de árbitro de fútbol. Javier Arenas, su padrino, no quiere ni que se lo mencionen, mientras Soraya Sáenz de Santamaría, que tanto le alabara, asegura conocerle de vista. De hecho, Dolores de Cospedal es la única no sospechosa: consta que no lo quería al frente del PP andaluz.

Y en el partido, cabreo profundo. Ojo, cabreo con Rajoy pero no rebelión contra Rajoy. Aquí los rebeldes han sido ya fagocitados, con la excepción de Esperanza Aguirre.

Ahora bien, lo que sí hay es un descontento profundo con Mariano Rajoy convertido en don Tancredo. A pesar del desastre andaluz y del desastre que se prevé para mayo, el señorito sigue vendiendo el éxito de su política económica. Y para pararle los pies a su segunda, Soraya, empeñado en convertirse en la Merkel española, recuerda a quienes le rodean: primero yo, luego nadie, luego Feijóo… que no Soraya.

Una estupidez, si lo piensan bien. En primer lugar, porque si Rajoy pierde las elecciones (y todo el mundo sabe que puede perderles, menos, al parecer, él mismo), Rajoy ya no será quien decida sobre su sustituto. Será arrojado a la calle.  

Pero otros no piensan igual. Por ejemplo, Juan Luis Cebrián, convencido de que la política de futuro es la vicepresidenta primera, Soraya Sáenz de Santamaría. Y presiona al Consejo Empresarial para la Competitividad (CEC) para que apoye a Soraya como relevo de Rajoy. ¿Por qué hace esto Cebrián? Porque uno de los mentores del Nuevo Orden Mundial (NOM) en España no puede ser perpetuamente de izquierdas. En principio, el NOM es de derechas, ligeramente elegante y ligeramente masoncete. Eso sí, Cebrián pertenece a una derecha moderna, progresista, abortera y todo eso. Es decir, Soraya.

Y por otra razón, más prosaica. Soraya ha contribuido a salvar a Prisa de la ruina. No en vano, Santander, Telefónica, Caixabank y el honrado HSBC, son hoy accionistas salvadores de Prisa, tras capitalizar deuda. Y naturalmente El País y La SER se cuidaban muy mucho de criticar a la vicepresidenta. Al presidente sí, pero a ella… ni de broma.

Ahora bien, ¿todos en el CEC apoyan un cambio en el liderazgo de la derecha española? No, en principio ningún empresario, ningún Alierta, ningún Fainé, ningún FG, ningún Brufau, ningún Galán se la va a juzgar enfrentándose al Gobierno. El más próximo a Cebrián es Alierta, que tiene buena opinión de la vicepresidenta. Pero una cosa es tener buena opinión y otra meterse en una operación política.

Pero ahí está el juego: entre un don Tancredo que no quiere marcharse y que se empeña en políticas que le han llevado al desastre electoral y unos vips que pretenden apartarle sin tan siquiera aportar una alternativa. Esto no es una rebelión, es un caos y una historia de ambiciones.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com