Sr. Director: ¿Recuerdas, cuando no existían los teléfonos móviles, que teníamos que esperar varias horas para expresarle a alguien nuestro enfado, o para comunicarle una decisión? Quizá a veces esa espera era más que conveniente. De lo que no me cabe duda es que esos aparatitos han disminuido, si no extinguido, nuestra capacidad de reflexionar. A. A.