Los etarras no se suicidaban después de asesinar a sus víctimas. Muchos de los que asesinan a su mujer sí lo hacen. ¿Son menos culpables? Probablemente no, pero el distingo impone una reflexión. Por de pronto, significa que no es que el hombre sea violento y la mujer pacífica. Lo que ocurre es que cuando en una pareja el rencor sustituye al cariño, cada uno de los dos sexos emplea las armas que tiene más a mano. El varón, la fuerza bruta. Y también indica que lo de la violencia machista no va a arreglarse aumentando la represión sino disminuyendo el rencor. Y eso no se consigue ni con medidas legales, ni judiciales o policiales. Eso es otra cosa. Hispanidad redaccion@hispanidad.com