Las ventanillas del Santander, ¡qué cosas!, no tratan a todos por igual en cuestión de pagos y esperas. Las colas, engorrosas siempre, lo son más todavía en el banco rojo, si no eres cliente, claro.

El banco aplica una especie de darwinismo para que sobreviva el más fuerte, su cliente, y el resto desespere… o se vaya a otra entidad a pagar, por ejemplo, abonos obligados, como multas o recibos municipales (impuesto de circulación, por ejemplo, en estas fechas).

Y ojo, porque no en todos los pagos es posible domiciliar para no sentirse discriminado, como ocurre con las cargas procedentes de los juzgados, para los que el Santander es la única opción, sí o sí, por concurso.

Sin embargo, las sucursales del Santander aparecen en el elenco de entidades colaboradoras para otros pagos, pero el papel no avisa que en ese caso habrá un suspense añadido: el no cliente nunca sabrá realmente cuándo será atendido. Depende, como en la canción de Jarabe de Palo. Depende de que mientras esté en la cola, no aparezca un cliente vip, que tendrá preferencia sobre otros clientes, o no llegue un cliente normal, que tendrá preferencia sobre el resto.