Fidel Castro ha vuelto del chándal convaleciente al foro público con un discurso de los que hacen época.

Exige a Barack Obama -el estilo es el hombre- que no comience una guerra nuclear con Irán, el amigo de su amigo, Hugo Chávez. Miren ustedes: cuando el comandante sale a escena tiene que hacerlo a lo grande: no amenaza a Colombia -una guerra puramente local-, ni al imperio yanqui -algo hay de verdad en lo de imperio y en lo de imperialismo, aunque se abuse del término- y exige a Obama que no emprenda la guerra nuclear con Irán.

Yo de él no me preocuparía. Obama es una pacifista, internacionalista y, principalmente, obamista. Su vanidad es inconmensurable pero como buen pacifista no declarará guerra, sólo la provocará. Para evitar tan desagradable hipótesis de trabajo, contamos con el pueblo norteamericano, poco amigo del lenguaje del Nuevo Orden Mundial (NOM) al que tan aficionado es Obama, y renuente a esa macedonia de pacifismo e internacionalismo ñoños, mezclados con un panteísmo filosófico, con el eclecticismo del NOM y con la chulería de Barack como guinda de la mezcla, aportación ésta última estrictamente personal del presidente norteamericano.

Pero es cierto que el modernismo continúa caminando hacia el manicomio y que la misma raíz relativista posee el pacifismo obamista, el fanatismo religioso de los ayatolás y la paranoia comunista del coreano Kim Jong-Il, que ha vuelto a provocar, con la perpetración de un acto de piratería: ha detenido a un pesquero surcoreano justo en el momento en que Corea del Sur y EEUU le enseñan los dientes. Bueno, enseñarle los dientes a lo pacifista: se anuncian maniobras conjuntas coreano-norteamericanas y luego los barcos americanos se retiran a un prudente segundo plano. Conclusión: Corea del Norte no sólo ha secuestrado un pesquero, sino que en la mañana del lunes (hora europea) lanzaba disparos de artillería en el mar amarillo.
Obama, como buen internacionalista, no sabe que amagar y no dar no sirve para mucho.

Por su parte, el macabro Kim Jong Il, practica el sistema de todos los cobardes y terroristas que pueblan la tierra: secuestrar, emplear a civiles inocentes como moneda de cambio frente al enemigo. Nada como la industria del secuestro, un verdadero sector económico en el siglo XXI, para definir la decadencia política actual y la inmoralidad de la vida pública.

En cualquier caso, los propios israelíes saben que, antes que en Irán, el peligro de guerra nuclear está en Corea del Norte y en su ama de cría, China, la mayor tiranía del mundo, tan alabada por los tontos que pululan en el mundo libre y por las empresas occidentales. El escenario de esta guerra atómica no podía ser sino el continente que se ha sumado a la modernidad capitalista sin salir de la tiranía comunista: Asia. Estos efectos, Israel se ha convertido en una fruslería.

El peligro de George Bush consistía en su afición a declarar guerras injustas; el peligro de Obama consiste en que su pacifismo bobalicón le lleve a provocar guerras tremendas.

Sí, Fidel Castro es una momia tirana, pero sabe de lo que habla. El miedo nuclear desapareció con Reagan y Gorbachov, ahora puede renacer de nuevo, porque hay peligro para ellos. Tengan en cuenta que el modernismo se encuentra ahora más cerca de ese manicomio al que se dirige desde hace décadas.

Por lo demás, todo está en orden en el mundo.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com