Eurobank del Mediterráneo, el banco catalán en crisis, afronta un nuevo problema. Las mutuas (Norton Life, Personal Life y Caja Hipotecaria Catalana Mutual) del responsable de la debacle, Eduardo Pascual, que son los principales accionistas del banco, después del propio Pascual, están quebradas. Esta es una de las razones por las que no pagan sus créditos a Eurobank, con el que mantienen una deuda de 6 millones de euros. Para ser exactos, las mutuas no tienen créditos con Eurobank, sino que avalan préstamos concedidos por la entidad a otras empresas de Pascual. En definitiva, el viejo sistema de que tu banco preste a tus empresas para, a renglón seguido, declarar fallidos los créditos. El viejo truco.

Eduardo Pascual perpetró el asunto a través de un interesante enjuague contable: vencido el ejercicio 2002, Pascual exoneró a sus mutuas de sus avales con su banco. En suma, liberó a sus empresas de sus deudas y a sus mutuas de los avales, todo ello a costa de hundir Eurobank.

Ahora bien, una vez intervenida la entidad cabe formular la siguiente pregunta: ¿Por qué la auditoría y las correspondientes inspecciones de la Generalitat no detectaron la anomalía? Por el momento, esa pregunta no tiene respuesta, pero no dice nada bueno ni de los auditores del banco ni, sobre todo, de los servicios de inspección de mutuas de la Generalitat catalana.

Mientras tanto, continúan sin cobrar 2.000 depositantes, a los que no se les ha devuelto 57 millones de euros. El Banco de España (el Fondo de Garantía de Depósitos) no acepta ser el último en cobrar, si antes no se asegura la continuidad de Eurobank, es decir, su compra por otra entidad. Y así, hemos llegado a la paradoja de que, por vez primera, los intereses de Pascual coinciden con los de los depositantes, sus antiguos clientes. Si se consigue el reflotamiento, entonces Pascual logrará sacar algo por su participación (70% del capital del banco) a la hora de la venta. Por su parte, el Banco de España quiere castigar a Pascual (y hace bien), pero, al mismo tiempo, con su actitud de ponerles las cosas difíciles a los posibles compradores, está retrasando el pago a los depositantes. Es lo que se llama abofetear a Pascual en el rostro de los clientes a los que estafó. Y es que, en materia de crisis bancarias tuteladas, ocurre lo mismo que con la justicia: la lentitud se vuelve injusta.