El parlamento australiano ha aprobado la distribución del principio activo de la píldora abortiva RU-486, cuya comercialización en España permitiera el Gobierno Aznar y aplaudiera Ana Botella siempre que se haga bajo control médico. Noticias Globales resalta la oposición El reportaje de Noticias Globales resulta especialmente aleccionador por la sensación que tienen los defensores de la libertad, es decir, del derecho humano a la vida, de estar siempre a la defensiva, como si el aborto o la fecundación asistida la consiguiente utilización de humanos como cobayas. Muchos esos defensores del ser humano más indefenso, el no nacido, se sienten tentados por el fatalismo. Es lo mismo que ocurría meses antes la caída del Muro de Berlín, en 1989, cuando los intelectuales occidentales consideraban que el comunismo era invencible y había que pactar con la tiranía. En pocas semanas, aquella tiranía se vino abajo. Con el derecho a la vida aborto y manipulación genética, los dos horrores del momento- ocurrirá lo mismo. El mundo despertará y se avergonzará de sí mismo, como se avergonzó del holocausto y luego del leninismo. Quizás de éste segundo algo menos. En la joven Australia, por de pronto, han dado una lección a la vieja Europa.
En Australia hay quien lucha por la coherencia. Así, el ministro de Salud, Tony Abbott se negó, por razones éticas y médicas, a aprobar el abortivo -que finalmente se ha sancionado en las cámaras- mientras 200 médicos católicos anunciaban su renuncia a la Australian Medical Association y al Royal Australian College of General Practitioners, entidades que habían apoyado la distribución del abortivo. Y esto es una batalla ganada porque, no nos engañemos, si todos los concernidos fueran coherentes, no se legalizaría la muerte de inocentes en ningún lugar del mundo, por mucho que presionara la progresía abortera. 
Eulogio López