Dice Rodríguez Zapatero que 700.000 nuevos inmigrantes tienen derechos. Son los sin papeles que se han legalizado en España, con la regularización prescrita por el Gobierno. Mariano Rajoy contesta de una forma un tanto tonta: quedan 1,1 millones de ilegales. Digo tonta porque eso no cuestiona la medida socialista: en tal caso, alega que es buena pero insuficiente, que habría que legalizar a más. La verdad es que la confusión sobre la inmigración es general en la izquierda y en la derecha.

Veamos:

1. La inmigración es de suyo, un mal. Casi toda esa migración viene huyendo del hambre y de la muerte. Además, los que se marchan del Tercer Mundo son los elementos más necesarios para levantar un país. Los países con fuertes flujos migratorios se descapitalizan. Eso lo sabe cualquier misionero.

2. Pero la TV ha hecho que esos hombres sepan cómo vivimos en Occidente, y estén dispuestos a todo para entrar en el mundo opulento. Y como Occidente no les ayuda a levantar su economía ni a que sus gobiernos respeten sus derechos, pues deciden emigrar. En Occidente acabamos por pagar caro nuestro egoísmo.

3. ¿Tienen derecho a entrar en España, en Europa, en Estados Unidos? Sí, por supuesto que lo tienen. La libertad de fronteras debe ser total, como lo ha sido a lo largo de toda la historia. Además, no se puede hacer una globalización que no es otra cosa que el levantamiento de fronteras- para los capitales y los productos, y prohibirla para las personas. Este es, especialmente, el principal problema de la globalización, de suyo buena, pero mal ejecutada.

4. El inmigrante debe respetar el modo de vida del país de acogida. Hoy mismo he leído una preciosa carta de un colombiano afincado en España quien, al rebufo de los sucesos del barrio madrileño de Villaverde, donde un dominicano de 19 años mató de un navajazo a un español de 17, la gente, con razón, se ha cabreado con los inmigrantes. Este colombiano pide a sus compatriotas en el gratuito 20 Minutos (el menos sensacionalista de los amarillos) que sean corteses, respetuosos amigables y agradecidos con los españoles. No es mala idea. Todavía no he visto a ningún marroquí pedir lo mismo, especialmente sobre el respeto debido a la mujer.

En resumen, al inmigrante hay que obligarle a respetar el país que le acoge: por las buenas o por las malas. Cualquier falta de respeto debe ser reprimida al instante.

4. La inmigración debe realizarse al grito de o todos o ninguno. El ministro francés del Interior, el muy liberal Dominique de Villepin, héroe de la progresía durante la guerra de Iraq, afirma que la regularización española es un desastre, porque provocará una efecto llamada (Rajoy diría un trompetazo), y que en Francia sólo existen entre 200.000 y 400.000 sin papeles.

5. El problema de la regularización de Zapatero es que lo reduce todo en el trabajo. Zapatero no está reconociendo el derecho a la libre circulación y a la residencia: lo que está haciendo es exigir que trabajes y pagues impuestos para entrar en España. El sistema puede parecer interesante, pero no hace otra cosa, con nuestros altos impuestos laborales, que favorecer el fraude. Así, la Asociación de Derechos Humanos denuncia que los empresarios han aprovechado para contratar... tanto como para despedir.

6. La regularización socialista tampoco ha abordado el espinoso asunto de la discriminación positiva hacia el mundo hispano. Tiene nuestra misma lengua no mencionaré la fe para no herir el talante imperante- y se integran a doble velocidad que cualquier otra comunidad. Inglaterra discriminó a los inmigrantes procedentes de sus antiguas colonias; Francia hizo lo propio : España no, España está por la alianza de civilizaciones. Es decir, por la alianza con el Islam, los que más odian a España y sólo piensan en reconquistar Al Andalus.

Eulogio López