Durante 2004, España consumió la producción de dos grupos nucleares galos. El Gobierno Zapatero se niega a levantar la moratoria nuclear pero le compra energía nuclear a Francia, la gran potencia europea. Toda la nueva infraestructura gasística ha creado puestos de trabajo en el extranjero. La generación de electricidad por energía eólica apenas supera el 25% de la potencia instalada. Los molinillos han agotado ya su fase de rentabilidad.

Históricamente, España compraba energía a Francia durante el verano y le vendía esa energía en invierno. Ahora no. En España se declaró la moratoria nuclear, y se apostó, más veces que nadie, por el gas y la energía eólica. Rodríguez Zapatero suspira por que España se vea libre de energía nuclear.

Sin embargo, sus amigos franceses no piensan lo mismo. Francia, y en concreto su empresa estatal EDF, es la gran potencia nuclear europea. Y tanto la izquierda como la derecha hacen oídos sordos a los ecologistas. Así, En 2004 Francia le vendió a España el equivalente a dos grupos nucleares franceses, unos 2.000 MW, sin que hubiera contraprestación de ningún tipo. Y ojo, porque las previsiones de algunas compañías eléctricas españolas es que, atados de manos como estamos, especialmente por Kyoto y por la moratoria nuclear, para producir energía, es posible que esos 2.000 MW se multipliquen dos en un año.

Zapatero ama a Francia, pero Francia discrepa  de Zapatero acerca de la energía nuclear. En lo que no discrepa es en la moratoria: los galos, de derecha o de izquierdas, están felices con el ecologismo socialista español: saben que con ciclos combinados y energía eólica, y con una demanda disparada, España se verá obligada a comprar energía... a EDF.

Naturalmente, como informábamos en nuestra anterior edición, El PSOE quiere establecer una línea que una España y Francia por Gerona.

Además, hay otras dos cuestiones que conviene señalar: en todo el mundo se está planeando quién debe quedarse con los residuos nucleares: si el productor o el consumidor. Por otra parte, existe otra razón por la que a los franceses les interesa el ecologismo gubernamental de Zapatero: preparan el monopolio del reactor nuclear de nueva generación, naturalmente de fabricación francesa, que sólo cuenta con una alternativa: los fabricantes norteamericanos.

La energía nuclear representó el 30% de la energía consumida en España durante 2004. Varios de los grupos nucleares están a punto de terminar su vida útil, con lo que la necesidad de energía se dispara.

Y en este caos no puede hablarse de oposición de las compañías eléctricas. Todas ellas desarrollarían gustosas centrales nucleares. Es una cuestión política- Pero asombra que al afrancesamiento de Rodríguez Zapatero llegue al extremo de comprarle a Francia lo que se niega a construir en España.

La alternativa española a la energía nuclear ha ido Kyoto, es decir, gas natural y energía eólica, los famosos molinillos. La inversión en gas, que tanto ha beneficiado a empresas extranjeras mientras se retiraban contratos a las españolas (por ejemplo, a los astilleros Izar, hoy en la ruina) ha conseguido una energía menos contaminante pero que no puede garantizar ni el suministro ni tiene asegurada la rentabilidad futura. Un detalle: Siemens, unos de los grandes beneficiarios de la fabricación de turbinas en España, afirma que sus módulos tienen una duración de 20 años. Ahora, algunas eléctricas están convencidas de no durarán mucho más allá de un lustro.

Y más: España ha servido de conejillo de indias para que las multinacionales francesas alemanas y norteamericanas experimenten con una tecnología nueva, como era la de los ciclos combinados. Y la cosa no ha ido mal, pero a estas alturas sigue sin solucionarse la regularización de los ciclos, además de colocarnos en una férrea dependencia del gas argelino y del gasoducto que lo trae desde Argelia... pasando por Marruecos. No es la primea vez que, inopinadamente, en las centrales de San Roque (Endesa y Gas Natural) se produce un corte en el suministro. En cualquier caso, se necesita mucha fe en la alianza de civilizaciones para sentirse confiado con el gas argelino. Por eso las compañías se han visto obligadas a montar toda la infraestructura de licuación, transporte y regasificación. Pero, en cualquier caso, al menos el gas ha representado una alternativa al fuel y al carbón y, mejor o peor, el asunto funciona.  

El asunto de la energía eólica marcha mucho peor, a pesar de que no son pocos los que se han enriquecido instalando molinillos y vendiendo después. En estos momentos hay en funcionamiento en España 8.000 MW en molinillos, y el Gobierno aspira a alcanzar ente 16.000 y 20.000 MW. Pues bien, un molinillo sólo es rentable si consigue funcionar por encima de las 2.500 horas al año (8.640 horas, si no es bisiesto). En definitiva, si un molinillo no gira el 30% del tiempo se convierte en un objeto inservible. Por eso, los molinillos son rentables en la zona de la Estaca de Vares (Galicia), Tarifa (Cádiz), Gerona y la Depresión del Ebro (Zaragoza). Porque en España no hay más viento, que también es un bien escaso.

En definitiva, la rentabilidad del mapa eléctrico español toca a su fin. Según los estudios que realizan las compañías eléctricas, el parque (presente y proyectado) no superará, en el mejor de los casos, los 16.000 MW. De ellos, 4.000 son rentables sin subvención, otros 4.000 lo serían con subvención. Y así hemos llegado a lo que hay ahora. A partir de aquí, nos podemos encontrar con otros 4.000 MW de energía no rentable ni tan siquiera con subvención y otros 4.000 que serán una quiebra desde su puesta en funcionamiento.

No sólo eso, con la energía eólica hemos descubierto el verdadero sentido de la diferencia entre potencia instalada y energía generada. Según los datos de la patronal UNESA, correspondientes a 2004, la energía eólica generada apenas supera el 25% de toda la potencia instalada. En el caso nuclear estaríamos hablando de un 100%, de un 95% en el gas o de un 90% en el carbón.

En definitiva, el actual plan energético español, iniciado por el PP y ratificado por el PSOE en sus líneas básicas, nos aboca a una dependencia de la energía nuclear francesa, que funciona en régimen de monopolio público. Nos aboca, también, a una dependencia tecnológica habitual en España. Nuestro país depende energéticamente de Electricité de France (EDF), prácticamente un departamento ministerial del Gobierno de París.  

¿Que es mejor, una energía limpia o una energía barata? ¿Cuál es la prioridad: la riqueza o la belleza, vencer a la polución o vencer el hambre? Dos visiones muy distintas de la vida y de la economía.