Hasta ahora se habían alzado como los protectores de la población contra los yihadistas Rebrotes de violencia en la República Centroafricana. Recordemos que este país vive en guerra desde el 24 de marzo de 2013, cuando los yihadistas de Seleka dieron un golpe de Estado y cometieron toda clase de crímenes, especialmente contra los cristianos. Entonces surgieron los Anti-Balaka, que son exmilitares y delincuentes que también han atacado a musulmanes inocentes tras los crímenes que cometieron los yihadistas de Seleka. Pero en ningun caso hay cristianos matando musulmanes.

Desde entonces la población sufre las consecuencias: "Más de un millón de personas han huido de sus casas desde que comenzó la crisis; más de 3.500 menores han sido forzados a enrolarse en grupos armados; y más de 2,6 millones de personas necesitan ayuda humanitaria urgente", informan desde Misiones Salesianas. Por ello, hacen un llamamiento a la comunidad internacional "para que no se olviden de Centroafricana".

Pues bien: la violencia ha vuelto a Bangui en los últimos días. Los Anti-Balaka, que se habían alzado como los protectores de la población, hoy se han vuelto contra ella. "Se están produciendo saqueos, violaciones... e, incluso, a nosotros nos han obligado a cerrar las escuelas de Damala y Galabadja", explican en una nota los misioneros salesianos que trabajan en la capital de República Centroafricana, informa Zenit. Ambas presencias salesianas habían decidido abrir las puertas de las escuelas para que los niños, niñas y jóvenes no perdieran más horas de educación. "Además, ir a clase les ayuda a tener unas rutinas y a olvidar la violencia en la que viven", añadieron.

"Hay barricadas en las calles y la gente no sale de sus casas por miedo. Hay muchas armas en circulación y cualquiera puede resultar herido o algo peor", explican.

En la actualidad, las misiones salesianas en Bangui acogen a más de 1.400 personas desplazadas por el conflicto. "La violencia que se ha desatado los últimos días ha hecho que no podamos salir de la misión y la ayuda humanitaria tampoco puede llegar. No tenemos agua ni comida para poder asistir a los desplazados", cuentan los misioneros con preocupación.

Andrés Velázquez
andres@hispanidad.com