Cuando un banco está en crisis, se perfilan diferentes opciones. 
1. Izquierda Unida y 15-M: nacionalizar los bancos. Es una medida maravillosa: supone hacer entidades de crédito regias por el Estado -un desastre- pero, antes que eso, supone que todos los ciudadanos hacemos aquello de lo que abomina la izquierda: dinero de los contribuyentes para los banqueros.

2. PSOE. En teoría ni un euro de los contribuyentes para los bancos pero salvemos a la banca. El modelo Caja de Ahorros Mediterráneo, la quinta entidad del sector ahorro, décimo banco del país, cuya crisis nos va salir por 20.000 millones de euros... que le regalamos al Sabadell (bueno, y Unnim al BBVA). Es el modelo que más gusta a los banqueros.

3. Modelo PP. El modelo de Luis de Guindos era el del banco malo: se meten todos los activos tóxicos de la banca en una firma y el Estado se los come. Sí, también supone dinero público para la banca pero más barato que el modelo PSOE. Al final, Rajoy se negó a aceptarlo porque el banco malo es muy visible políticamente: lo entienden hasta los del 15-M.

Al final, Rajoy ha optado por presionar a la banca para que se sanee a sí misma. Ahora bien, en primer lugar, no lo va a conseguir porque un banco en crisis es eso: está en crisis y no puede pagar lo que debe. Por tanto, el Gobierno ya se ha viso obligado a capitalizar Bankia -menos que el PSOE de Zapatero, que capitalizó bancos más pequeños y tuvo que poner más dinero de nuestros bolsillos- pero, en cualquier caso, dinero público para la banca. Además, este sistema provoca, aunque más barato, agravios comparativos entre buenos y malos banqueros.

En los tres casos, lo contribuyentes aportan dinero para reflotar la banca.

4. Modelo: dejar quebrar a los bancos quebrados, lo mismo que se hace con cualquier otra empresa, con las familias y con los particulares. Es decir, el modelo Lehman Brothers. El Estado paga a los depositantes y los inversores que se fastidien: han arriesgado y han perdido.

Este método es el más barato, el más justo y el más edificante.

No olviden que mientras el banquero crea que, si mete la mano en la caja o, simplemente, perpetra una gestión negligente o chapucera, el Estado va a venir en su socorro, nunca se comportará decentemente.

Pero me temo que ni la izquierda ni la derecha están por otra cosa que por pagar lo que los bancos han perdido, aunque las palabras de algunos semejen lo contrario. Personalmente, me preocupa mucho más la quiebra o deslocalización de cualquier empresa que la de un banco.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com