Sr. Director:

Supongo que la publicidad es un arte mucho más elevado del que nos tienen acostumbrados algunos. Y que aún hay muchos publicistas que saben que la provocación ha sido siempre el recurso burdo fácil de aquellos que carecen de ideas para hacer valer sus obras por sí mismas. Eso pensaba yo el otro día para intentar no escandalizarme al ver un anuncio de televisión que promociona la infidelidad conyugal para justificar la ingente idiotez de probar una bebida nueva, distinta de la habitual.

El gran interés que tiene la publicidad de meternos por los ojos sus productos, no puede llegar hasta la simpleza o malicia de presentarnos la infidelidad como una solución, algo bueno, promocionable. Por supuesto con el fin de hacernos la vida lo más frívola posible. Algo completamente fuera del sentido común, a no ser que exista alguna persona cuerda que se pueda alegrar de haber sido engañada. Por otra parte, aquel esperanzador propósito del gobierno (cualquiera de ellos) de respetar el horario infantil, está claro que no consideraba perjudicial los inocentes y constructivos anuncios, y tráiler de películas a los que la televisión nos tiene acostumbrados.

El continuo bombardeo de imágenes y eslóganes que casi sólo promocionan el materialismo, la sensualidad y el triunfo fácil, y la diferencia de todo esto con la cruda realidad, sólo hacen cada vez más falso el maravilloso Mundo Feliz que tantas veces se nos prometió. Y ante la tentación estéril de escandalizarme, prefiero pensar que gracias a Dios, hay mucha gente que cree en el Amor y en los valores imperecederos de la familia, esos que de verdad nos hacen felices, aunque no se promocionen en televisión. Y que personas como Benedicto XVI, en pleno siglo XXI se atreven a proclamar la escandalosa idea del verdadero Amor: El amor es una luz- en el fondo la única- que ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar. El amor es posible, y nosotros podemos ponerlo en práctica porque hemos sido creados a imagen de Dios. Encíclica Dios es Amor

Francisca Garcia Vázquez

paquivazquez@hotmail.com