Sr. Director:
De todos es sabido que el Parlamento Catalán ha prohibido las corridas de toros en Cataluña, apoyándose en los principios, legítimos y loables, de los enemigos al maltrato  animal.

 

Precisamente el maltrato animal, en este caso al toro, al Parlamento Catalán le importa un comino; prueba de ello es que no ha prohibido los correbous,  los toros embolaos ni  toros ensogados de algunas regiones catalanas. Lo que verdaderamente importa a catalanistas, algunos socialistas y separatistas es marcar diferencias con el reto de España.

A raíz de esta prohibición no han faltado jacobinos con barretina manifestando que también habría que prohibir la venta de todos los recuerdos que no sean estrictamente típicos de Cataluña. En este ambiente no estaría muy lejano el día en que también se prohíba otra seña de identidad de España: la siesta.

Así se desmarcarían de tan relajada acción a la que son tan proclives los gandules españoles, especialmente los andaluces. Aquellos que infringiesen tal prohibición podrían ser sancionados a bailar sardanas en la plaza del pueblo todos los fines de semana y festivos de 4 a 6 de la tarde durante un año, alimentándose esos días en desayuno, almuerzo y cenas exclusivamente de pan con tomate. En el caso de los reincidentes se les obligaría a coronar los castellet durante 10 años, y con el mismo régimen alimenticio. ¡Cosas veredes!

Manuel Villena Lázaro