Ya lo decían en el escenario de El  Gatopardo: que todo cambie para que todo sigua igual. O sea, Gibraltar.

El diario ABC ha publicado un suplemento, entiendo que de pago, porque si es de otra forma no lo entiendo, sobre Gibraltar, dedicado a salvar la cara de la roca sobre su condición de paraíso fiscal... que es lo que niega Caruana que sea y que es justo lo que es. Ojo a al titular: "Nuevo código fiscal y acuerdos de intercambio de información".

No sólo eso, el ministro principal de la colonia inglesa, Peter Caruana, más conocido como Peter 'caradura' Caruana, asegura que va a normalizar la situación fiscal en la Roca con la europea, imponiendo un impuesto sobre el beneficio del 10%. Pues vaya manera de homologar. Además, un paraíso fiscal no es aquel en el que no se pagan impuestos sino aquel que, a través de su opacidad, posibilita, a cambio de una comisión, que los evasores no paguen en su país de origen o en su país de residencia.

Gibraltar es un paraíso fiscal en su doble versión: ofrece secreto para los ricos y base para actividades de blanqueo de dinero.

El método habitual consiste en abrir una empresa fantasma en la Roca, a través de la cual se crean sociedad limitadas en España, donde se compran, por ejemplo, inmuebles. Por cierto, las propiedades inmobiliarias en España, poblaciones limítrofes al Peñón -a lo mejor, incluso don Peter tiene alguna-, como Sotogrande, ¿dónde están inscritas? Porque eso es lo curioso: hay británicos que 'trabajan' en Gibraltar pero viven al otro lado de la verja, donde se vive mucho mejor, con magníficos campos de golf.

La pregunta para Caruana no es la armonización fiscal de Gibraltar con Europa sino quiénes son los titulares últimos de inmuebles en la geografía española, si no de algo peor que inmuebles.

En otras palabras, señor Caruana: si Gibraltar no es un paraíso fiscal, ¿por qué razón el número de sociedades allí radicadas multiplica al número de habitantes? ¿Y por qué en un mismo inmueble hay inscritos decenas de despachos? ¿Para ahorrar costes?

¿Transparencia? La Hacienda española está harta de que cada vez que pide los nombres de los verdaderos titulares de una sociedad a la Administración, Caruana éste, tan independiente, les remite a Londres, desde donde les responden con información absolutamente insuficiente para una inspección.

La única posibilidad que España tiene de acabar con las bravuconadas gibralterañas y la caradura de Caruana, es cerrar la verja. Al menos, no podrían vivir a cuerpo de rey en España y 'trabajar' en la Roca, terreno sagrado para los británicos, naturalmente.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com