Se ha divulgado un estudio preparado por el Comisario de la Infancia acerca de los elementos que llevan al peligro de exterminio y descalabro, por embestida, que padecen chiquillos menores de cinco años en Nueva Zelanda, país que tiene uno de los ratios más alzados de maltrato infantil entre los terruños opulentos.

Según el Comisario de la Infancia, el informe también destaca algunos riesgos a los que es necesario que prestemos mayor atención en este país. Por ejemplo, cuando se deja a niños muy pequeños al cuidado de hombres jóvenes que no son sus padres naturales. A menudo carecen de toda preparación. Investigaciones internacionales han descubierto que, a menudo pegan al niño para intentar que se calle.

La mayoría los chavales precisan y tienen derecho a que sus progenitores biológicos los custodien con ternura, en un morada duradera. Cuanto más nos alejemos de ese modelo, mayor será la posibilidad de que se origine el maltrato infantil.

Estamos admitiendo derechos de los adultos que colocan en un grave riesgo a los chiquillos. Con nuestra tolerante postura hacia el sexo y a través de destrezas vinculadas a la fecundación in vitro, permanecemos engendrando chavales que no se comunican con sus progenitores, especialmente con su padre, o que se ven separados de ellos por el divorcio.

En el terreno de la adopción está asomando la misma animosidad hacia la felicidad de los críos y hacia los derechos de los padres naturales, quienes a lo largo de varias décadas, eran tratados como coligados del paso de su retoño a una nueva familia o a un hogar de amparo.

Las instituciones benéficas de Inglaterra están yaciendo hostigadas, al colocarlas en un entorno en el que se les obliga ha abandonar todo el trajín de adopción o acatar los nuevos estatutos que instan a tener en cuenta a parejas homosexuales como potenciales adoptantes, a pesar de su convicción de que esto es un atropello de los derechos del chiquillo. El ultraje de hoy es diferente, pero resulta real y espantoso.

Cuando hacéis con la violencia derramar las primeras lágrimas a un niño, ya habéis puesto en su espíritu la ira, la tristeza, la envidia, la venganza, la hipocresía, escribió Azorín.

Clemente Ferrer Roselló

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