Antes de pasar a comentar la película Lutero permítanme que les cuente una pequeña anécdota. El día previsto del pase de prensa de este largometraje alemán me equivoqué de sala de exhibición, eso hizo que llegase tarde al lugar correcto, ya iniciada la película, sin haber podido contemplar los títulos de crédito de la misma. A partir de ahí, asistí incrédula, durante las dos horas de metraje, a lo que veía en la pantalla. Martin Lutero era presentado a modo de un héroe clásico (un Gladiator cualquiera) e, incluso, la banda sonora de la película colaboraba en esa percepción. Al terminar la exhibición, pregunté a un compañero de profesión que quién había producido esta imparcial película y me contestó que, en los títulos de crédito de comienzo, se aclaraba que el largometraje había sido financiado por grupos luteranos.

 

Creo que es pertinente esta pequeña introducción para que entiendan que, al igual que hizo hace unos meses Ridley Scott con El reino de los cielos y Las Cruzadas, Lutero tiene apariencia de película seria pero, en el fondo, es, simplemente, una película propagandística sobre el impulsor de la Reforma protestante. Una película, por tanto, que agradará a los luteranos y dejará fríos (o cabreados) al resto de los creyentes cristianos.

 

A estas alturas de la historia nadie negará que la Iglesia católica ha sobrevivido a varias crisis y una de ellas se produjo a comienzos del s.XVI, cuando el Vaticano tuvo la desgracia de tener un par de papados no muy adecuados. A pesar de ello, resulta bastante ingenuo presentar, y defender, a Lutero como el hombre que consiguió que se implantase la libertad religiosa. De hecho, incluso en una película tan marcadamente luterana como ésta, se aprecia la turbulenta y algo desequilibrada personalidad de este hombre al que no le importaba el pueblo sino que lo utilizaba para sus propios fines Tanto es así que cuando, en el año 1525, estalla la guerra entre campesinos y señores, motivada por las tesis luteranas de igualdad de la cristiandad, en un primer momento Lutero apoyó a los campesinos, pero pronto cambió de bando y se puso al lado de los príncipes animándoles a mostrar dureza en la represión de la revuelta.

 

Lutero resulta una película frívola en su desarrollo desde el momento en que se centra en la animadversión que el religioso tenía con respecto a las indulgencias. Por el contrario no se hace apenas hincapié en las ideas centrales del luteranismo que descansan en la idea de que la fe es lo único que justifica las acciones de los hombres  y que la Iglesia católica, con sus ceremonias y sus sacramentos, no ayudan para nada. Tanto es así que Lutero llega a admitir sólo tres sacramentos: penitencia, bautismo y comunión.

 

En definitiva, una superproducción europea muy cuidada en su aspecto técnico y artístico pero que narra la historia de un hombre que quieren convencernos de que era el verdadero Lutero

 

Para: Los luteranos que quieran ratificarse en sus creencias. El resto vayan a ver algo mejor