Con el verano ya en carrerilla, el Día de la Independencia, en cientos de localidades norteamericanas se organizan desfiles al grito de: ¡Mueran los ingleses!.

Por el momento el 'Foreign Office' no ha enviado tropas a Estados Unidos y ni tan siquiera el Times se rasga las vestiduras por ello.

El muy honorable diputado independentista catalán que ha gritado Muerte al Borbón no parece que vaya a desestabilizar la democracia española (a la que, por cierto, no le vendría mal una desestabilización en toda regla, aunque no en la dirección 'tardista', o quizás tardona).

La tontuna de Joan Tardá no radica en el texto sino en el contexto. Porque acto seguido del exabrupto que recordaba el bombardeo de Barcelona por Felipe V (el centralismo es un invento francés y borbónico) los jóvenes cachorros de ERC quemaban la Constitución española.

Esto sí es acusación más grave para ERC, por incoherente, aunque lo de nacionalismo e incoherencia bien puede ser una reiteración. Los diputados y senadores de CIU, ERC, PNV o BNG cobran su sueldo en nombre de esa constitución, la que acredita a Juan Carlos de Borbón como rey de España. De hecho, todos esos tribunos no figuran en el Legislativo sino como delegados de una provincia, que no comunidad autónoma, de España. No representan a Cataluña, al País Vasco o a Euskadi o a Galicia, sino a Barcelona, Vizcaya o Lugo y en el sentido prístino del concepto, especialmente los 350 congresistas, representan a todos los españoles y a toda España, porque sancionan leyes que se imponen, no sólo a vascos o catalanes, sino a todos: andaluces, extremeños, murcianos o castellanos.

Si el señor Tardà odia tanto a España lo que tiene que hacer es no sentarse en los asientos del Congreso sino planear abiertamente la independencia de Cataluña, lo cual, implica una mínima coherencia, significa renunciar a su escaño y a sus privilegios como diputado de la cámara popular que representa a la opresora España.

Y esto, sí que es exigible al honorable Tardà y a cualquier diputado, o senador, nacionalista.

Por lo demás, los aspavientos del Partido Popular y de su prensa afín resultan un tanto afectados.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com