Ayuda la Iglesia Necesitada (AIN) es la obra del padre Tocino, aquel fraile que comenzó recogiendo tocino para los refugiados que huían de los alemanes triunfadores durante la II Guerra Mundial y continuó recogiendo tocino para alimentar a los refugiados alemanes que huían de los triunfadores aliados.

Vamos que el destinatario del tocino le era indiferente. Sólo sabía que, como cristiano, tenía que dar de comer al hambriento. Y a falta de jamón, bueno es el tocino.

Este cura terremoto, recientemente fallecido, guarda un cierto parecido con Teresa de Calcuta. Ambos convivieron con lo más miserable y ambos han movilizado millones de euros, o dólares, o libras, para ayudar a los más menesterosos, con una doble máxima, que constituye la marca de los santos:

1. No sólo de pan -ni de tocino-, vive el hombre...

2. La preocupación por los miserables no es incompatible con la ortodoxia doctrinal y la fidelidad al Papa. Es más, son dos realidades complementarias. Las teologías liberadoras y progresistas no son más que un refugio para teólogos pata negra, que viajan en avión por las grandes capitales de Occidente y se hospedan en hoteles de lujo. Y es que, como ocurre con todas las mentiras globalmente extendidas, ésta resulta muy verosímil, sólo que es falsa.

El padre Tocino (Werenfried van Straaten, para ser exactos) sufrió murmuración por el primer principio: deje usted de dotar templos, que esa función no figura en el manual de la modernidad.

A la kosovar Teresa le atacaron por el segundo punto: la BBC, ese medio con un pasado tan brillante que se avergüenza de su presente, consiguió el triple salto mortal sin red: Teresa era una enemiga de los pobres porque practicaba la caridad y con ello mitigaba el ardor revolucionario en busca de la justicia. Y tenían toda la razón: Lenin, que era un gángster muy inteligente, hubiese argumentado exactamente lo mismo.

Pues bien, ha sido AIN quien ha sumado los cristianos perseguidos en el mundo por el hecho de ser cristianos: 200 millones son perseguidos a causa de su fe. No habla el informe de AIN de la 'persecución educada' de Occidente -quizás en breve deje de ser educada- donde mostrarse como cristianos, -o sea, como lo que se es- te puede costar una condena al silencio y una marginación social definitiva. Por ejemplo, en el periodismo español, o en el Parlamento español, o en el poder económico español, o en el cine español, o en la TV española, o en el arte español. Condena al silencio y hasta la inacción. Se les permiten ser cristianos mientras oculten tan vergonzoso condición en lo más recóndito de sus conciencias.

No, el informe se refiere a los 200 millones de cristianos insultados, maltratados, golpeados, torturados, asesinados... por el hecho de amar a Cristo. China se lleva la palma, pero el ámbito de persecución comienza a extenderse a otras zonas del mundo, como India, Indonesia, Irak, Paquistán, Congo, Nigeria, Argelia, Vietnam o incluso, lo último, Iberoamérica.

Pero lo más curioso no es esto. Lo más curioso es que, salvo enfrentamientos abiertos, no existe persecución contra ningún otro credo. Extraño, ¿verdad? Los cristianos no persiguen a los musulmanes en ninguna parte del mundo -en tal caso son las distintas escuelas del Islam las que se arrean entre sí-, ni a los credos orientales: budismo, sintoísmo y demás orientalismos. Los cristianos no persiguen a los animistas en ningún lugar del mundo, ni a los judíos, ni a los agnósticos, ni a los deístas, ni a los ateos. Podríamos decir que los cristianos somos el sujeto único del derecho a la libertad religiosa.

De cualquier forma, la sangre de los mártires es semilla de cristianos, Por tanto, no me preocupa -sólo me ocupa- la persecución contra los cristianos. Contra Cristo nadie puede nada. Como repuso Pío VII a Napoleón, cuando el hombre más poderoso del mundo le amenazó con destruir a la Iglesia: Imposible, excelencia, ni nosotros mismos lo hemos conseguido. No, lo preocupante es que ante la cristofobia creciente, ante el odio irracional y rabioso, sólo a los cristianos, una delicada originalidad del siglo XXI, los hay que permanecen cruzados de brazos. Son los cristianos progres del muy cristiano Occidente libre, es decir, los tibios. Y sinceramente, no sé si me preocupan más los cristófobos indio-hindúes que asesinan a sus vecinos cristianos o los cristianos tibios de Madrid a los que preocupa un comino que asesinen a sus hermanos en la fe.

En cualquier caso, en el siglo XXI hemos conseguido que sólo haya una religión perseguida, que, por pura casualidad, es la verdadera. Para mí que es síntoma certero de fin de ciclo.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com