Wulf Bernotat, CEO de E.ON nos explicó claramente que no había nada que hablar con el Gobierno español, dado que se trataba de una operación de mercado. Y esto es bello e instructivo, muy liberal, oiga usted. Los gobiernos no deben entrometerse en la vida económica, no señor, pero, por si acaso, el Gobierno Schröder, el de Berlín, forzó la fusión entre la principal gasera germana, Rhurgas y la principal eléctrica alemana, E.ON, a su vez producto de otra fusión forzada entre VEBA y VIAG (por cierto, procedente de la cuna del Rhur y de Baviera, esto es zonas alemanas tradicionalmente controlada por la derecha del CDU-CSU). Incluso el Tribunal de defensa de la Competencia alemán repudió la OPA por atentatoria contra los derechos de los clientes, pero al canciller Schröder le importó un pimiento. Sabía que necesitaba un gigante que compitiera en el mundo y asegurara el suministro energético y todo lo demás eran tonterías.

Por cierto, el chico de la operación de mercado, el precitado Bernotat, al que los liberales españoles aplauden con entusiasmo, se ha convertido en una especie de ejecutivo-político. Los liberales españoles le aplauden sólo por fastidiar a Zapatero. A esta tarea me apunto con gozo, como a todo lo que fastidiar a esta calamidad que tenemos por presidente, a esta considerable catástrofe plenipotenciaria, a este lamentable incidente histórico pero sin perjuicio de una mínima, aunque sólo sea mínima, ecuanimidad. Es decir, las cosas no son buenas porque fastidien a Zapatero, aunque fastidiar a Zapatero sea algo bueno y particularmente regocijante. Las cosas, y los conceptos, y los fenómenos, y los hechos, y las tendencias, son buenos o malos por si mismos (y mismas, que diría un tonti-progre políticamente correcto).

Porque ahora resulta que el Gobierno alemán blindó a E.ON frente a opas de otras empresas, porque el liberalismo suele ser de direccion única: quiero que mis empresas compren en el exterior, pero no que las de fuera compren las mías: eso no está bien.

Y resulta que el francés Chirac, uno de esos tipos de derechas que tanto gusta a los liberales españoles, monta un conflicto diplomático porque los italianos de Berlusconi, campeón del liberalismo y de la TV basura -conceptos mucho más conexos de lo que parece a simple vista- quiere que los empresa públicas italianas entren en Francia.

Pero aquí no. En España somos los más listos de la clase. Pro eso preferimos enfrentarnos sino entre nosotros mismos, y abrimos la frontera al alemán blindado con tal de que fastidie al catalán. Al parecer el español es guerracivilista, y muy, muy liberal. Alemanes, franceses e italianos lo son muchos menos, más que nada porque no tienen nuestros complejos.

E insist el mundo anglosajón, donde se refugian los alemanes de las fronteras abiertas, no tiene nada que ver con esta historia. Sencillamente, Estados Unidos y Reino Unido y con reservas- no juegan a atesorar multinacionales, sino atesorar el ahorro mundial, es decir, las instituciones de inversión colectiva, verdaderos propietarios de todas las multinacionales. En definitiva, EEUU y Gran Bretaña quieren controlar los grandes mercados financieros (de hecho, los controlan) donde se mueve todo ese ahorro. La titularidad de las empresas no les importa si poseen la titularidad de la propiedad.

El liberalismo es de suyo, algo bonísimo, siempre que no sirva para que el pez grande se coma el chico sino para que todos tengan igualdad de oportunidades. Porque la libertad de meter la zorra en el gallinero es una libertad de las llamadas tontas: es un suicidio.

Por cierto, los catalanes son gente preñada de defectos, pero tienen una virtud: les gusta más crear industria que especular con valores. No les van nada las sociedades financieras (este es el problema para formar un frente con constructores, que todos quieren mandar y gestionar) pero sí las industrias y con vocación de permanencia. No son santos, no, y son muy ambiciosos (y tremendamente pesados y anacrónicos en sus posturas nacionalistas) e incluso han inventado los juicios a la catalana. Sí son todo eso, pero son industrialmente la región más creativa de España. La cartera industrial de La Caixa es, ante todo infraestructuras básicas. Es decir, inversiones a larguísimo plazo.

Y asómbrense: esto es verdad a pesar de que nos veamos en la tristísima tesitura de coincidir en algo con un personaje tan incapaz y sectario como Zapatero. Lo cual, créanme que lo comprendo, es horrible. Sólo que aquí tiene razón.

Eulogio López