La deuda pública sube, la familiar también, la empresarial baja. Es el vivo retrato de una economía anti-ciudadana. Y, justo en este momento, Zapatero vuelve a subir los impuestos. La deuda empresarial se reduce porque se reducen las inversiones y las plantillas. La deuda familiar, a pesar de la contracción del consumo durante la crisis, crece

Durante la mañana del martes, los datos macroeconómicos han macado las clave de la economía española.

Ojo al dato: El Tesoro Público ha colocado la deuda pública con holgura: 5.500 millones al 1,9% y con fuerte demanda. Aunque lo parezca, esa no es una buena noticia. La buena noticia sería que el Estado no necesitara colocar tan ingente cantidad de deuda. Pero menos da una piedra y más daño hace.

Además, de este modo, los bancos podrán seguir haciendo lo que han hecho desde que empezara la crisis y que constituye la mejor manera de aumentar el paro: tomar dinero del BCE al 1% y comprar deuda pública muy patriótico- al 2 o al 3%. Eso sí, crédito para las familias y las pequeñas empresas, ni un euro.

Al mismo tiempo, conocíamos que la deuda de las empresas se reducía en un 2,1% pero la deuda de las familias crecía el 1%.

Sin embargo, la deuda empresarial constituye otra buena-mala noticia. Se reduce la deuda porque se están reduciendo las inversiones y las plantillas. Y como cae la inversión no se contratan nuevos empleados: más paro.

Y luego está la deuda familiar, la de los particulares, la de los ciudadanos: a pesar de la contracción del consumo de las familias durante dos años y medio largos de crisis (ahora empieza a repuntar porque no puede bajar más) resulta que no se ha reducido su deuda, que sigue ahogando a los hogares.

Pues bien, con estas perspectivas, plantear un incremento de impuestos a unos ciudadanos ya ahogados por la crisis parece cosa de risa. Pero es, justamente, lo que piensa hacer el presidente Zapatero y su heraldo, Pepiño Blanco.

Muy agudos. Ambos dos.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com