Barato, muy barato le puede salir a Maragall saltarse la Ley Electoral. La sanción prevista en la Ley se encuentra entre los 120 y los 1.200 euros. Una buena razón para saltarse la Ley si es necesario. Y póngame cuarto y mitad de la otra, señoría, dan ganas de decir. En cambio, si quien inflinge la ley es un medio de comunicación, entonces la broma puede salir bastante más cara. Es lo que se conoce como simetría. Probablemente porque el redactor de la Ley tenía herencias falangistas que siempre han mirado con sospecha a los periodistas y con benevolencia a los políticos. El resultado es que la Ley queda en papel mojado. A esto se le conoce como Estado de Derecho.

Puede que la Ley no sea perfecta, pero para eso está el Parlamento, para perfeccionar nuestro ordenamiento jurídico. Y en este caso, la Ley debería de ser reformada, porque en un exceso de galantismo, impide al gobernante animar a la participación. Mucho. Pero lo que no cabe es saltarse la Ley imponiendo la voluntad política. Lo que no cabe es la excusa de De la Vega de que la reforma es complicada porque debe de hacerse por consenso. Por el mismo consenso con el que se aprobó el Estatut. Pero hay que trabajárselo, claro. Y De la Vega, prefiere pasar y caer en el mismo error. Que me detengan, señala envalentonada sabedora del irrisorio precio de la sanción.

Lea el texto íntegro del discurso del defenestrado Maragall antes del controvertido referéndum sobre el Estatut.