Adaptación bastante fiel de la novela homónima de Mario Vargas Llosa, La fiesta del chivo tiene como eje la figura de Rafael Leonidas Trujillo, dictador en la República Dominicana de 1930 a 1961.

 

Santo Domingo 1992. Una mujer madura, Uranita Cabral, regresa a su ciudad natal para celebrar el cumpleaños de su octogenario padre. Han pasado 35 años desde que esta mujer se alejó de los suyos. El reencuentro con su progenitor, Agustín Cabral, Cerebrito, presidente del Senado y mano derecha del dictador, trae a Uranita dolorosos recuerdos que nunca ha podido olvidar.

 

La película, al igual que su original literario, mezcla realidad con ficción, una subtrama política con otra dramático-sentimental y, desde luego, resulta mucho más interesante la primera que la segunda. De tal forma que si toda la conspiración política para derrocar al tirano es sumamente acertada y emocionante en imágenes (y se ajusta bastante a los hechos reales) no ocurre lo mismo con la relación de Trujillo con la hija adolescente de Cerebrito . En su traslación cinematográfica esta parte del relato, que intenta denunciar los excesos sexuales cometidos por el brutal dictador, es bastante explícita en los detalles más escabrosos.

 

De tal forma que aunque la película constituye una buena muestra de la corrupción y la podredumbre que rodea, en ocasiones, al poder, la crudeza de algunas imágenes sólo la hacen apta para estómagos poco delicados.


Para: Los que leyeron el libro de Vargas Llosa y aguanten tipo de violencia en imágenes.