Porfirio Lobo, del Partido Nacional, sería el nuevo presidente de Honduras, tras haber vencido al candidato del Partido Liberal, Elvin Santos, por un 56 frente a un 39% de los votos.

Lobo ha pedido un Gobierno de Unidad nacional, lo que se comprende en la actual situación pero no sé si lo es más acertado. La unidad es buena de puertas adentro, de puertas afuera lo mejor es el pluralismo. Pero entiendo su petición, por otra parte generosa, para unirse frente al enemigo de la democracia hondureña, es decir, frente a Evo Morales y sus apoyos externos, de corte totalitario, como Chávez, Ortega, Correa, etc.

Pero lo peor son aquellos líderes reconocidos como demócratas que han apoyado a un hombre como Zelaya, que lo único que pretendía es perpetuarse en el poder. No olvidemos que la urgencia democrática más clara del siglo XXI es que todo país promulgue -a ser posible en su Carta Magna- con un límite de mandatos para que sus presidentes no sientan la tentación de convertir la democracia en una farsa que oculte una dictadura.

Vergonzosa la actitud de las democracias española y brasileña, boicoteando el actual proceso electoral. Parece ser que Washington rectifica y aceptará las elecciones en Tegucigalpa.

La progresía nunca va a entender esto, pero la razón es muy simple. La encontrarán ustedes en una nota del diario El País, que no puede resultar más reveladora: como ven el tirano Raúl Castro es el presidente de Cuba mientras Roberto Michelletti, que ha salvado la democracia en Honduras y aplicado la Constitución vigente, y que ahora desparece del proscenio, es el presidente golpista: Do you understand?

La buena noticia iberoamericana está en Honduras; la no tan buena, en Uruguay, con un tupamaro, entusiasta de la violencia, aupado al poder.

Eulogio López

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