Carlos Herrera, en Onda Cero, decía, en alusión a la noche de reyes Magos, que esto de las ilusiones es fascinante, pero el ilusionismo es otra cosa. El ilusionismo es un callejón en el que un muro final, el truco, te hace caer del guindo. Y proseguía: ETA ha enseñado su verdadera cara, ha dicho quiénes son. El presidente podía haber sido categórico cuando visitó la T 4. Este hombre tiene un problema grave de percepción de la realidad, vive en el ilusionismo continuamente, y en el reino de la ambigüedad. Ayer volvió a protagonizar el día del desconcierto. Da la impresión de que está esperando a ver qué se le ocurre, las palabras que dijo ayer en la T 4 eran todo lo superficiales que se puede esperar de una persona tan sumamente superficial, de una persona como Rodríguez Zapatero. A nosotros nos importa un pimiento la energía y determinación del presidente, nos importa el liderazgo capaz de encontrar estrategias para derrotar a ETA. Para eso hace falta determinación. Pero que nos quede la sensación de que los españoles vamos a poner la otra mejilla es profundamente deprimente. ¿Zapatero desautorizó al ministro del Interior? ¿es discrepancia o que es?. 

Además, añadía Herrera que ha hablado Bono y ha dicho todo lo contrario (que el presidente), acaba de decir que dialogar con ETA es faltarle el respeto a los muertos y que sólo se podrá negociar si se acercan brazos en alto. Está bien que lo diga Bono y no estaría mal que lo dijeran algunos líderes regionales del partido socialista que están callados como puertas.