El presidente del Santander, es decir, el símbolo del poder financiero en España, Emilio Botín (en la imagen, durante la junta de accionistas de 2012), ha fallecido de un infarto en durante la pasada noche.

Nadie podía esperarlo de un hombre que en octubre cumpliría 80 años de edad y que preparaba su sucesión en su hija Ana Patricia, ahora al frente del Santander Reino Unido.

El problema es que no la institucionalizó. Por eso, el asunto está abierto y el Consejo, entre cuyos miembros hay alguno que está contra Ana Patricia, decidirá hoy mismo.

El espectáculo de los mercados financieros debe continuar

El hombre que no soportaba que en su presencia se mencionara la palabra jubilación ha fallecido de un infarto fulminante.


Esta lectura de la propia muerte no la desea nadie: tampoco Botín



Pero lo más significativo es que nos hemos enterado de su muerte por un hecho relevante enviado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), porque el espectáculo de los mercados debe continuar: la persona se difumina y emerge el intermediario. Nadie quiere esta lectura de su muerte: tampoco Emilio Botín.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com