Los cabezas de huevo del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco Mundial (BM) y del Grupo de las 20 grandes economías del mundo (G-20) -menuda sopa de letras- sólo han tardado seis años de crisis en darse cuenta de que el principal objetivo de la economía es crecer. Y esto es bello e instructivo, porque demuestra que hasta los muchachos de Christine Lagarde son capaces de tropezar sólo cinco veces en la misma piedra. Es maravilloso.

Ahora bien, tanto la asamblea del FMI y BM como la reunión de las principales 20 economías del planeta sólo ha servido para que los alemanes se apeen de la burra, cosa que no harán porque los teutones obedecen a su ADN, consistente en que no se bajan jamás de la burra: hay que tirarlos.
Ahora bien, el FMI se ha dado cuenta de que lo primero es crecer. Lo que todavía no aciertan es sobre cómo hacerlo.

Hay tres maneras de crecer. La primera al estilo oriental (China es el mejor ejemplo) pero también sirve para otras economías emergentes: se procede a explotar a los ciudadanos, todos ellos trabajadores, y la economía crece aunque se hundan las economías particulares y familiares. O mejor, a costa de éstas.

A esto siempre se le ha llamado socialismo pero, en el momento presente, tras la caída del Muro de Berlín, se conoce como capitalismo de Estado. Políticamente, China sigue siendo una dictadura comunista pero económicamente se han vuelto capitalista: la propiedad privad no existe, la clase dirigente y adinerada, la única propiedad existente, son los gerifaltes del partido Comunista y el pueblo -1.300 millones de almas- es explotado hasta la extenuación. Vive, o sobrevive, para trabajar por salarios de miseria y el acceso a la propiedad sólo se obtiene por procedimientos mafiosos. China crece imparable con tan injusto sistema, una especie de desarrollismo forzoso, un sistema servil.

Por cierto, que ese esplendoroso e injusto crecimiento toca a su fin porque los chinos han descuidado esa transversal clave de la economía que es la demografía. La política homicida y salvaje de un hijo por pareja está convirtiendo a China en una sociedad prematuramente envejecida. Es decir, está a punto de alcanzar la cima y luego vendrá la más estrepitosa caída que vieron los tiempos.

Pero cuando el FMI habla de políticas de crecimiento no se refiere al modelo de explotación china sino al modelo occidental, que consiste en darle a la máquina de hacer dinero bajo el principio primero de que lo primero es el rentista y luego el empresario. Insisto: la propiedad financiera es propiedad fiduciaria, luego no es propiedad en sentido alguno. Ejemplo: el accionista del Santander es propietario del banco sólo nominalmente: el que manda es el señor Emilio Botín. En las grandes propiedades, en el Estado o en la gran empresa, no manda el propietario sino la tecnoestructura, los directivos.

En cualquier caso, el modelo capitalista de crecimiento se concreta en darle a la máquina de hacer dinero. Es lo que se ha dado en llamar dinero postizo, que, lógicamente, genera una espiral de especulación financiera, lo que Juan Pablo II calificaba como "financiarización" de la economía y que servidor traduce, en verso libre, como economía financista. Mire por dónde: esto es lo que nos ha llevado a la crisis de 2007 y ante la que hemos reaccionado a la alemana: con ajustes, no en la cantidad de dinero en circulación, sino en los famosos ajustes que nos han llevado a la pobreza.

Así que cuando el aquelarre de Washington, es decir, el del FMI, pieza clave del Nuevo Orden Mundial (NOM) nos habla de empezar a crecer no nos dice cómo hacerlo, pero si escuchas con detenimiento, esto es, si lees entre líneas, se le entiende todo: darle a la máquina de hacer dinero, vertiendo más agua en el océano de liquidez en el que vivimos. En plata: echar gasolina al fuego.

¿Existe otra forma de crecer Sí, y creo que representa la respuesta cristiana a la actual crisis. Fomentar la pequeña propiedad privada, la PPP, dado que de siglas hablamos. La triple reunión del pasado fin de semana en Washington coincide con las medidas que el Gobierno Rajoy va a aprobar –se supone que el próximo viernes 26.

No más ajustes porque el paciente no lo aguanta, ahora toca crecer. Pero mucho me temo que, por lo que filtran en el Gobierno, no tocarán los impuestos laborales. En otras palabras, para crear empleo en España hay que reducir o anular las cuotas sociales y modificarlas por IVA. Hay que suprimir subsidios y fomentar al emprendedor. Ni tan siquiera dándole acceso al crédito –que, ciertamente, lo necesita para empezar- sino dejándole en paz, no friéndole a impuestos desde el primer día. Hay que fomentar la microempresa y que cada joven puede poner en marcha su propia máquina de facturar sin agobiarle con impuestos, burocracia, inspectores, normas medioambientales etc, y sin favorecer a la gran propiedad, las grandes empresas, sino a las pequeñas. Es decir, favoreciendo la pequeña propiedad privada. Dicho de otra forma: hay que enseñar a la gente a valerse por sí misma.

Y no, me parece que el Gobierno Rajoy vaya a reducir las cuotas sociales ni el IRPF, ni que vaya a subir el salario mínimo para estimular la demanda. Como mucho, va a reducir el impuesto de sociedades para las pymes, pero para beneficiarse de esa reducción en el impuesto sobre el beneficio, primero hay que permitir que el emprendedor tenga beneficios.
Que el emprendedor consiga beneficios y que los jóvenes matrimonios tengan hijos, para no acabar como los chinos.

Eulogio López
eulogio@hispanidad.com