Todo español lleva dentro un obispo y un seleccionador nacional de fútbol. Lo de obispo es para dictaminar qué es lo que está bien y qué resulta inamisible, división que, por pura casualidad suelen catalogarse según la conducta del sujeto agente.

Lo de seleccionador está más claro: cada español sabe, a ciencia cierta y sin asomo de duda, cuál es la alienación ganadora.

Tras décadas de indefinición, la selección española de fútbol tenía  un copyright, un estilo de juego, consistente en que sea el balón el que corra, pero el seleccionador, Vicente del Bosque se puso nervioso tras la derrota ante Suiza y necesitaba demostrar la tontuna de que él no plagia a su predecesor, Luis Aragonés.

Total, que improvisa y casi no ganamos a Honduras. Todo el juego de España se basa en el toque de balón, a saber, en cuatro forjadores de juego cortos de estatura pero extraordinariamente creativos: Xavi, Iniesta, Silva y Cesc. Del Bosque sólo alineó de salida al primero y luego le relevó. Curioso. Insistió, por pura cabezonería, confiando su labor al limitado Busquets y a Navas, un interior de carrera absolutamente ajeno al mencionado copyright.

Todo ello unido a una extraña serie de maniobras como el cambio de Sergio Ramos, el único rematador de cabeza en ausencia de Piqué, que no se atrevía a rematar porque tenía los piños quebrados.   

Al final, victoria por dos a cero y con los hondureños atacando y España desarbolada. Y en el tercer y definitivo partido, Honduras jugará sin apenas posibilidades de clasificarse frente a uno de nuestros rivales directos, Suiza... y España con un gol-average que no es para tirar cohetes.

Todo muy español: ante la crítica, mezcla de rencor, cabezonería y empecinamiento. Siempre nos olvidamos del sabio principio  norteamericano: si funciona no lo cambies, hazlo tuyo aunque no sea tu invento y te aplaudirán porque el éxito será tuyo.

La otra cara de la moneda de un defecto español: el ansia por modificarlo todo. Sólo en Madrid, no en París o Londres, puede verse un edificio clásico rodeado por dos monstruos de cristal y cemento. Pues lo mismo: Del Bosque necesitaba marcar distancias con quien había ganado la Eurocopa, sin caer en la cuenta de que la gran mayoría de selecciones nacionales no suelen modificar sus alineaciones en una década salvo lo necesario por razones de edad, lesión u otras causas mayores. O sea que el seleccionador nacional es muy patriota, muy español.

Y si el viernes caemos eliminados la culpa la tendrá el compatriota, la afición por callar, Aragonés por hablar o el árbitro, que no es compatriota, pero ya huele hasta como excusa.

Y a pesar de ello, el canal Cuatro, donde todavía anida el espíritu PRISA, nos alegró el partido con un informativo donde se nos informaba que la ultraderecha estaba enfadada porque a la selección le llamaban la roja en lugar de la rojigualda. Y esto es bello e instructivo, porque demuestra que el periodismo progre puede conseguir profundísimas conclusiones sociológicas. Falsas, pero muy sociológicas. 

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com