Sr. Director:

Se ha conocido recientemente la existencia de un super-virus del Sida que se desarrolla rápidamente y es resistente a los antirretrovirales, que hasta la fecha venían frenando la enfermedad. Pero lo que está causando pánico en los ambientes homosexuales de Nueva York es que este varón homosexual, en las semanas anteriores a saber que estaba infectado de Sida, mantuvo cientos de contactos con otros homosexuales, y éstos a su vez habrán mantenido contacto con otros...

Es curioso cómo se llega a culpar a la Iglesia Católica por su oposición al preservativo y fomento de la abstinencia sexual, mientras se conceden privilegios a aquéllos que realmente están transmitiendo la enfermedad más grave que ha conocido la historia humana: ¿Qué puede hacer el preservativo frente a hombres que son capaces de mantener cientos de relaciones en dos semanas? ¿Que es más eficaz: entregarle cientos de preservativos o exigirle que se abstenga de seguir manteniendo relaciones sexuales? ¿Se le puede juzgar por imprudencia temeraria? ¿Alguien ha pensado que si los que actualmente tienen Dida se abstuviesen de contagiarlo la enfermedad desaparecería en una generación?

Evidentemente, la única solución es la que propone la Iglesia: abstinencia y fidelidad. Pero con los homosexuales hemos topado y, por supuesto, sus pretendidos derechos están por encima del sentido común y la salud pública. Por cierto, ¿es a estas relaciones sexuales maratonianas a las que nuestro Gobierno quiere llamar matrimonio?

jalbertofl@telefonica.net