Lo ha dicho Angela Merkel, renovada como líder de la democracia cristiana alemana. En otras cosas no, como la crisis financiera, en esta sí.

Asegura Merkel que el problema de Alemania -y de todo Occidente- no es la islamización sino descristianización. Tiene toda la razón. No hay que cerrar las puertas a la inmigración islámica sino obligarles a respetar una civilización que es, ante todo, cristiana: la civilización europea. La fe cristiana es Europa y Europa es la fe.

Y con el problema demográfico ocurre lo mismo: los musulmanes no son culpables de que los cristianos tengan menos hijos. Occidente carece hoy de vitalidad en todos los aspectos: Europa dimite de su origen de identidad cristianos, es decir, de su propia esencia y se suicida como sociedad por falta de descendencia (por lo mismo que ha quebrado su sistema de pensiones). Ese proceso no se cura con leyes anti-migratorias, sino de otra forma: la descrita por la canciller Merkel.

Eulogio López

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