Hay que colocarse en la mente del partido político más chiflado de cuantos pululan por España: el Partido Nacionalista Vasco (PNV). Ahora mismo, el partido de Íñigo Urkullu sueña con la independencia de Euskadi, una independencia de hecho, a través de una coalición -de Gobierno y de parlamento- con los proetarras de Bildu.

En Moncloa han sonado las alarmas y las víctimas del terrorismo se ponen de huelga de hambre, hartas de tanta burla. Por ejemplo, de la burla de la falsa huelga de hambre de los etarras, que han hecho una dieta porque en prisión habían engordado en exceso.

Pero lo preocupante no son los proetarras, salvo para los asediados por la cobardía del síndrome de Estocolmo, que aún esperan algo de un asesino no arrepentido y, por tanto, chulesco. Lo grave está en el PNV, que ve su posibilidad de establecer un pulso al resto del país. Y el imaginario chiflado del PNV puede colaborar en ello.

Ahora mismo, ni tan siquiera una coalición de PSOE-PP asegura un gobierno españolista, es decir lógico, en Vitoria. Ese es el problema.

Eulogio López

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