Benedicto XVI criticó el anticlericalismo de la II República y lo relacionó con la situación actual

El mensaje primero de la peregrinación pontificia a Santiago es la coherencia: no tener miedo a mostrarse cristiano. Y más: La Iglesia no puede renunciar ni a la verdad ni a la libertad. Desmayado discurso de Felipe de Borbón. ZP se marchó a Afganistán y Rajoy se queda en los valores.
Aterrizó en Santiago de Compostela y enseguida puso el dedo en la llaga. Como buen intelectual cristiano, Benedicto XVI parte siempre de las palabras de Cristo. La  verdad os hará libres, aseguró el Nazareno, una proposición que ha llenado el mundo occidental durante 2.000 años, justamente hasta que el intelectual Rodríguez Zapatero la invirtió, con su afamado la libertad os hará verdaderos, tesis cuyo significado los analistas aún no han logrado descifrar aunque el éxito se espera a cada instante.

Quizás por esa disparidad de criterios, ZP se marchó a Afganistán para no recibir a Benedicto XVI, aunque dejó a Rubalcaba -si le das la espalda, te la clava- como sustituto.

Pero dejemos por un momento a ZP y volvamos al Papa: ya en la catedral de Santiago, Benedicto XVI recordó que la Iglesia no puede renunciar ni a la verdad ni a su consecuencia lógica, la libertad. Era un telegrama papal directamente enviado a quienes sostienen, fuera y, sobre todo, dentro de la propia Iglesia, que la verdad no existe y que es la Iglesia quien tiene que adaptarse al mundo y no el mundo a la Iglesia, que es lo mismo que decir que es el hombre quien debe adecuarse a Dios y no Dios al hombre. Eso sí, con total libertad, porque el cristianismo se propone, no se impone.

Frente a un discurso de este calado, el heredero al Trono, don Felipe de Borbón (el Rey, como el presidente del Gobierno, no recibió al Papa en Santiago) sólo opuso su calificación del Pontífice como heraldo de libertad y felicidad... tan necesarias en tiempos de crisis. O sea, lo contrario de lo que el Obispo de Roma aseguró a continuación: que no sólo hay que preocuparse de los valores materiales, sino también de los morales y sociales. ¿Dónde creerá SAR Felipe de Borbón que radica la felicidad?

Junto al heredero, la futura Reina de España, Letizia Ortíz Rocasolano, con la sonrisa rígida que exhibe cuando quiere dejar claro que el asunto no va con ella y que si las obligaciones del cargo le obligan a recibir al Papa, no tiene por qué aportar otra cosa que su valiosa presencia.

Segunda idea, precisamente retomando el concepto de Juan Pablo II de que el martirio del siglo XX (y del XXI) es la coherencia. Benedicto XVI pidió valentía y compromiso a los católicos españoles, países donde los creyentes parecen practicar su fe a escondidas por temor a ser condenados al silencio, al ridículo o ambas cosa a la vez.

Pero es que ya antes, en el avión que le traía a España, Benedicto XVI ya había pronunciado las palabras llamadas a traer más cola, llamadas, en suma, a que la progresía se rasgue las vestiduras: el Papa condenó, en guante de seda pero con puño de hierro, el feroz anticlericalismo de la II República española. Recordemos que el sábado 6 de noviembre la Iglesia española conmemora a los mártires del siglo XX. Ahora bien, en España no existen otros mártires del siglo XX, al menos de forma masiva, que los de la II República y la Guerra Civil, régimen nominalmente democrático pero cristófobo, que provocó la mayor persecución del siglo XX contra todo aquel que se atreviera a comportarse como cristiano. El cronista de La Vanguardia, lo relató con rigor. El Papa, siempre caritativo pero siempre claro, empleó otro eufemismo: no habló de los mártires del siglo XX sino del anticlericalismo de los años 30. Considerando que dicha década se inaugura con la proclamación de la II República en 1931 y termina con la Guerra civil, concluida en 1939, sospecho que no es posible el equívoco. Y resulta que el Pontífice relacionó los años 30 del siglo XX con el panorama actual. Sí, el Zapaterismo es pura cristofobia y  si no se dedica a quemar iglesias es porque ya no vamos en alpargatas sino en coche de alta cilindrada y eso nos ha vuelto comodones. Pero el odio a la Iglesia es el mismo.

Ojo, un aviso al PSOE y otro al PP. Las palabras del Papa no sólo iban dirigidas a los cristófobos, sino también a los cristianos. O sea, ¿por qué dice esto Benedicto XVI? Evidentemente, porque considera que en España hay mucha cobardía por parte de los católicos. Si lo quieren en lectura política: el PSOE es cristófobo pero el PP es tibio. No tengo claro qué resulta peor.

¿A qué me refiero cuando hablo de tibieza del PP? Me refiero a la entrevista de la COPE al presidente pepero, Mariano Rajoy, con motivo del viaje papal. Asegura don Mariano que es urgente que recuperemos algunos valores y, como ejemplos, cita los siguientes: el trabajo, el mérito, la justicia, la igualdad de oportunidades o el valor de la palabra dada. Todo ello muy interesante pero el Papa no ofrece valores, ofrece a Cristo.

De vuelta al coraje que nos solicita Benedicto XVI. No olvidemos que la II República se convirtió en una persecución religiosa bestial donde, a pesar de los miles de asesinados, no se registró ni un solo caso de apostasía por miedo a la muerte. Los cristianos españoles de los años 30 del pasado siglo, fueron, en verdad, un ejemplo, no sólo de fé, sino de coraje. Ahora preguntémonos: ¿Cuántos católicos españoles estarían hoy dispuestos a dar su vida por Cristo?

Como dicen los cronistas, lo que el Papa ha hecho es un parangón entre los años 30 del pasado siglo y la actualidad. Sólo que ahora la persecución, al menos por el momento, no es violenta pero, sobre todo, los católicos somos más cobardes.

Por si no había quedado claro, el Pontífice se refirió al nuevo Dicasterio vaticano dedicado a la nueva evangelización. Pues bien, resulta que España es uno de los objetivos de dicho dicasterio. Vamos que España necesita ser re-evangelizada, necesita un nuevo Señor Santiago.

Para cerrar el círculo de la valentía, y ampliar el campo de acción, quedaba la homilía de la Eucaristía celebrada en la tarde del sábado. El Papa comenzó su disertación refiriéndose a la necesidad de hablar de Cristo con mucho valor. Los que no es una opción sino la esencia misma del Cristianismo.

Y durante esa misma homilía, un recado, no ya para España, sino para toda Europa. Su aportación al mundo se asienta en una realidad tan sencilla como ésta: que Dios existe y es quien nos ha dado la vida sólo  Él es absoluto. Para culminar con el teresiano Sólo Dios basta

Clama Benedicto XVI: Es una tragedia que en Europa, sobre todo en el siglo XIX, se lanzara la convicción de que Dios es el enemigo del hombre y de su libertad ¿Cómo es posible que se haya hecho el silencio público sobre la realidad primera de la vida humana?. Porque los hombres no podemos vivir a oscuras sin ver la luz del sol ¿Cómo es posible que se niegue a Dios, sol de las inteligencias?.

Todo ello para concluir: Europa ha de abrirse a Dios. Dios nos sale al encuentro como amigo, padre y guía Europa debe abrirse a la trascendencia. Es la vieja idea de su predecesor y la aún más vieja idea de los fundadores de la Unión: Europa será cristiana o no será.

Sólo me queda una duda: ¿Nos ha llamado Benedicto XVI cobardes a los católicos españoles? Bueno, no es una duda: sí, nos lo ha llamado porque lo somos.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com