Sr. Director:

En estos días se ha avivado la polémica sobre el aborto con el referéndum que se ha celebrado en Portugal. En dicho referéndum se exponía a la opinión del pueblo portugués la aprobación de una ley por la cual se "legalizaba" el aborto-asesinato de un nonato a partir de las 10 semanas de gestación. Lo trascendente de esta cuestación no es tanto el resultado: 58% a favor de la legalización frente a un 42% en contra, todo ello del total de votantes, sino la alta abstención: 66% del total de la población con capacidad de voto. Es decir, que a más de la mitad de la población le trae sin cuidado la suerte de estos inocentes. Y mucho me temo que de este 66% la gran mayoría no son de los "abortistas convencidos", ya que estos sí son de los que se mueven.

Si nos trasladamos a España, la cosa no está mucho mejor. En nuestra querida patria podemos encontrar clínicas que por 6.000 euros (menos de lo que nos gastamos en un coche) practican abortos-asesinatos de embriones en avanzado estado de gestación, hasta de siete meses. Estamos contemplando con horror como se están cometiendo asesinatos impunemente de criaturas indefensas, y ensalzando a asesinos confesos, convictos y orgullos de serlo. Todo ello amparado por el artificial caparazón que se han creado los llamados "progresista", denominado "Estado de Derecho", que con la excusa de la Libertad y de los "derechos individuales y colectivos de la ciudadanía" están pisoteando reiteradamente el primero de los derechos inalienables: el derecho a la vida.

Y yo me pregunto: ante esta situación los que estamos en contra de todo este panorama que se nos esta tejiendo, tan oscuro y negro como los cadáveres calcinados de las víctimas de las bombas, o de los ácidos abortivos, ¿qué hacemos? y ¿qué debemos hacer? Realmente la situación de España me recuerda a la de Portugal, en tanto en cuanto si hubiera otro Referéndum como el qué allí hubo, pasaría lo mismo: alta abstención y en gran medida de los que nos consideramos católicos, y defensores de la vida.

Me parece que ha llegado la hora de dejar de ser "paladines de la vida" de andar por casa, de café de la tarde y cañas con los amigos, que además piensan lo mismo que nosotros, con lo que nuestra autoestima se ve reforzada, y de ser realmente esos paladines en todos los ámbitos de nuestra vida: en la familia, en el trabajo, en nuestro círculo social, y en definitiva en esta sociedad cada vez más "relativista" en la que todo vale mientras yo consiga lo que quiero, y que "caiga quien caiga". Pienso que milagros como el que se ha producido en estos días en EEUU, por el cual una criatura, cuyo nombre es Amillia, que nació con ¡¡¡22 semanas de gestación!!! ha luchado por la vida y ha ganado la batalla, justifica esa movilización. Y todo ello por haberle solamente dado la oportunidad de batallar. Nosotros debemos seguir esa lucha para proporcionar esa oportunidad a tantas "Amillias" que están por llegar y que, seguramente si pudiesen hablar te dirían: "¿Por qué no me das esa oportunidad de vivir, esa oportunidad de mejorar el mundo?

Si todos los católicos y gente de bien nos juntamos como una sola familia, aunamos esfuerzos y emprendemos con fuerza, y esperanza esta lucha, esta campaña por la vida, con la ayuda de Dios, ganaremos esa batalla…

Porque como en las películas, al final el bueno gana, al final la vida gana, al final Cristo gana.

Miguel Angel Polvorosa Romero

mapolvorosa@indra.es