El plan de colaboración público-privado presentado este miércoles fue una verdadera tomadura de pelo. En el fondo no era sino una emisión de bonos con una carencia de unos años. Es decir, el método de peaje en la sombra. Una contabilidad creativa que puede que cuele en Bruselas, pero que no cuela en el mercado. El mercado sabe que no hay colaboración público-privada, sino asunción de riesgos por parte del Estado. Y lo penaliza. Ya estamos en 80 puntos básicos de diferencial respecto al bono alemán.
Lo llamativo es que el plan se presenta un mes y medio después de que el Gobierno presentara su plan de austeridad. O sea, que no hay plan de austeridad. Y el mercado lo sabe. Lo peor de todo es que la agresividad con Grecia se podría trasladar a Portugal primero y a España después. Y el mensaje de Alemania a Grecia es que hay que hacer los deberes o irse del euro. Si Grecia asume la emisión al 7% y el ajuste de 4 puntos, la recesión va a ser tan de caballo que no podrá pagar. Además, el FMI está dispuesto a poner 10.000 millones de euros. El resto, unos 20.000 millones serían préstamos bilaterales. Y con 30.000 millones no se soluciona una crisis que requiere cerca de 70.000 millones de euros. ¿Entonces? Todo parece apuntar a que Grecia tendrá que hacer un ajuste de caballo si no quiere ser expulsada del euro.
Y después vamos nosotros. O el ajuste lo hacemos de manera voluntaria (que no parece) o nos lo harán los mercados. Y no será fácil, ni sencillo ni barato. Si esto nos pilla justo antes de las próximas elecciones generales, Zapatero podría hundirse literalmente, porque el plan que debe de presentar es tan serio como el que se presentó para entrar en Maastricht. Con el agravante de que no habrá fondos comunitarios, ni viento a favor, ni ladrillazo sobre el que apoyarse. No es nada fácil ni halagüeño el futuro de la economía española. Aunque el riesgo país cotiza a 80 puntos básicos de diferencial con el bundesbono, los CDS (derivados) ya cotizan a 130. Mucho.Andrés Velázquez
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