Parece que el reparto de comida no es un buen negocio. La última muestra se puede ver en Stuart, propiedad del grupo francés SRT, que ha anunciado que dejará de operar en España, además de un ERE que se calcula afectará a unos 200 trabajadores en todos sus centros de trabajo en el país, así como a todos sus 'riders'. 

Lo ha justificado por "causas económicas, productivas y organizativas" y ha afirmado que mantendrá su centro tecnológico en Barcelona.

Relacionado

Stuart estaba presente en Barcelona, Bilbao, Madrid, Vallès, Valencia y Zaragoza. "Aunque esta propuesta supondrá una reducción de plantilla, la organización se compromete a seguir manteniendo un centro tecnológico en España", asegura la empresa, que indica que "tras una evaluación exhaustiva de su dirección estratégica, considera que debe concentrar sus recursos y esfuerzos en mercados que ofrezcan mayores oportunidades de crecimiento y rentabilidad".

Y por si no ha quedado claro que el problema lo tiene aquí, especifica, "Stuart seguirá atendiendo a los clientes líderes del sector en los mercados de toda Europa, incluyendo Francia, Reino Unido, Polonia e Italia, donde seguirá generando un crecimiento rentable y continuará liderando los canales directos".

Además aclara que este ERE es para "garantizar su sostenibilidad y competitividad en un sector tan cambiante como es el delivery".

Para más indicaciones y por si no ha quedado claro, Stuar sentencia: "La compañía ha adoptado una postura proactiva para hacer frente al impacto de la inflación, el aumento de los costes operativos y la reciente aplicación de la Ley Rider en España, que han influido directamente en la capacidad de Stuart para generar un crecimiento rentable en el mercado español". ¿Eso es ser proactivo?

Cuando entró en vigor la ‘ley Rider’la ‘chulísima’ vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, fastidió el uso de falsos autónomos en las plataformas de reparto, pues la norma obliga a la contratación de los repartidores. Una ley que además motivó la marcha de Deliveroo, perdiéndose 4.000 empleos. Pero su adiós no mejoró sus cifras: elevó sus pérdidas, mismo destino que le esperó a Getir, que también se fue de España y echó a toda su plantilla.