Es muy simpático nuestro presidente. Su humor británico y su ironía griega han convertido a Zapatero en un personaje al que el pueblo admira por su brillantez. Nadie sabe eso sí, cómo ha llegado a la Presidencia del Gobierno, y tampoco cómo se mantiene, si consideramos que quien más pugna por echarle, aún más que la oposición, son sus propios compañeros, empezando por Rubalcaba y siguiendo por Carme Chacón.

En cualquier caso, todos admiramos su portentoso gracejo y su demoledor sarcasmo. Es que te mondas con él.

Por ejemplo, en la mañana del miércoles -de ceniza, no de los inocentes- nos ha explicado que la recuperación del empleo -la principal preocupación del 84% de los españoles- comienza este mismo mes de marzo, y estoy casi seguro que se refería a este año. Lo cual es muy cierto, porque si la recuperación no empieza ahora nos congelamos todos ¿Cómo se podría crecer si estamos en el 20,2% de paro más que duplicamos la tasa de desempleo de la OCDE y amenazamos con triplicarla?

Pero la capacidad satírica de don José Luis no tiene límites. Verbigracia, el día anterior retó a Mariano Rajoy a que le preguntara a Dios alguna medida energética, porque el coche eléctrico no se carga en Garona. ¡Qué virtuosismo conceptual!

Su padre no le enseñó que no se debe tomar el nombre de Dios en vano pero ZP no es ateo, antiteo, y la alusión al Creador le vino como de molde.

Aunque, por cierto, los coches eléctricos sí que se cargan en Garoña. Le explico señor presidente: la pila nuclear está en periodo de investigación y no es seguro que resulte barata, que es lo primero que debe ser una energía. Ahora bien, si el automóvil no se puede recargar en una cuneta nuclear mucho menos en una planta fotovoltaica o con molinillos, salvo que la brillantez tecnológica de nuestro prócer haya descubierto el segundo autogiro de don Juan de la Cierva.

Ahora bien, lo que necesita el coche eléctrico -y la industria, y las familias- es una energía barata e intensiva. Producir mucho y producir a buen precio. Para mover todos los automóviles, camiones y demás instrumentos de transporte, se necesita energía barata y esa sólo pueden producirla las centrales nucleares. Luego ya veremos cómo esa energía llega hasta el coche sin en electrolineras o con tomas en el garaje de la casa.

O sea que sí, que los coches también se recargan en Garoña o al menos con la producción eléctrica de Garoña, que lo mismo me da que me da lo mismo.

Aseguraba un día antes su ministro Sebastián que es imposible poner en marcha nuevos reactores nucleares, porque tardarían 15 años en ser operativos. Pues por esa razón, don Miguel, asimismo un hombre muy cómico, debería empezar ya mismo a programarlos, que es lo que ha hecho Reino Unido e Italia. Pruebe usted a cambiar el marco retributivo del sector ecléctico y ya verán cómo se apuntan las empresas españolas a montar reactores, a pesar de que la inversión, en efecto, puede salir por 1.000 millones de euros cada reactor (tranquilos, tienen 60 años para amortizarlo). De hecho, Iberdrola están construyendo reactores nucleares en Gran Bretaña y Rumanía.

Además, no son 15 años. La nueva generación de reactores ya aprobados, de la francesa AREVA, pueden estar en pleno funcionamiento en menos de 10 años y si el pedido es importante, como en Reino Unido, o Italia, los tiempos se acortan. Hablamos de reactores con una producción-base de 1.500 MW/hora, de energía intensiva y barata.

¿Por qué no se hacen? Porque usted, señor Sebastián y usted, señor Zapatero, se han apuntado a la demagogia verde, que ha hundido todo el sector energético y mermado nuestra competitividad agraria e industrial. Es decir, paro.

Eso sí, también podemos bromear con la oposición pepera quien, en esto tiene toda la razón, a pesar de su molesta irreverencia, no ha aportado todavía una buena idea en materia energética.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com