Gustavo de Arístegui también recordaba las horas del asesinato de Miguel Ángel Blanco : Todavía se me hiela la sangre de ver a Blanco con la cara vendada, y vivo, la crueldad de Txapote para prolongar la agonía durante muchas horas. Disparó con un calibre pequeño para que tuviera muchas horas de agonía. El ambiente era desolador. Nos encontramos con los padres y la hermana de Miguel Ángel, el médico nos dijo que el edema cerebral era inevitable, y que no había nada que hacer. Las dos balas estaban generando un edema cerebral, y era imposible la supervivencia. Esto es un asesinato a cámara lenta lo dijo el propio ministro Mayor Oreja. Aquello dio un vértigo terrible a ETA y al nacionalismo. Pensaban que se les iba de las manos. Esa explosión de solidaridad, esas personas abrazando a los ertzainas y quitándoles el pasamontañas, yendo a las sedes de Batasuna a gritarles, aquello nunca había pasado. Estaban derrotados socialmente.